Mitos y hechos
CLOACA. Desde hace tiempo, el periodista Carlos Quintero ha estado al frente de una investigación que destapa una de las caras más oscuras del sistema penitenciario en Morelos. Según sus documentadas denuncias, el año pasado evidenciaron que la celda de “aduanas”, bajo la supervisión del Director Operativo Jesús Francisco Flores Jiménez, alias “Paco”, se ha convertido en un punto de extorsión donde se exige a las familias de las personas privadas de libertad sobornos que pueden alcanzar los 500 mil pesos.
Estas revelaciones hoy se confirman y no solo son alarmantes, sino que dejan en evidencia el profundo desaseo que ha permeado en un sistema que debería ser un pilar de justicia y rehabilitación. La corrupción en el ámbito penitenciario no solo afecta a los internos y sus familias, sino que también socava la confianza de la ciudadanía en las instituciones encargadas de velar por la seguridad y el bienestar social.
Hoy, frente a la publicación de estos hallazgos, y la protesta de familiares de personas privadas de su libertad se plantea una pregunta inquietante: ¿qué nivel de complicidad o negligencia existe de parte de Cuauhtémoc Blanco? Sería gravísimo que el exgobernador estuviera involucrado en esta red de corrupción; pero más preocupante aún sería que, en su calidad de líder del estado, no supiera lo que estaba sucediendo bajo su mandato. Esta última posibilidad sugiere una falta de control y supervisión que es inaceptable en cualquier administración pública.
BERRINCHITOS. La política morelense nos ha brindado, una vez más, un espectáculo digno de análisis. Brenda Espinoza, la hoy diputada local que alguna vez soñó con ser candidata a gobernadora, ha protagonizado una serie de reacciones que no solo desnudan su ambición, sino que también ponen en entredicho la seriedad de los procesos políticos en el estado. Su reciente berrinche, tras la decisión de la gobernadora de despojar a su padre del control del balneario Agua Hedionda, la llevó a abandonar MORENA y buscar refugio en el Partido Verde Ecologista. Este movimiento no solo parece ser una reacción impulsiva ante un golpe personal, sino que plantea preguntas sobre su lealtad y compromiso real con los principios de la política que dice representar. La decisión de cambiar de partido en un momento tan delicado sugiere más una búsqueda de conveniencia que un verdadero interés en el bienestar de la ciudadanía. El hecho de que Brenda Espinoza haya llegado a la diputación plurinominal por MORENA, y no por sus propios méritos, pone en el centro del debate la necesidad de que el partido analice su permanencia en el cargo. Si bien es común que los políticos busquen nuevas alianzas y espacios, la forma en que lo ha hecho Espinoza plantea la cuestión de si su puesto realmente representa la voluntad popular o simplemente un juego de intereses personales. Es fundamental que MORENA, y todos los partidos en general, reflexionen sobre la importancia de la coherencia y la responsabilidad en sus filas. Permitir que una figura como Brenda Espinoza continúe en la diputación tras su cambio de lealtad podría enviar un mensaje equivocado a la ciudadanía: que la política es un juego en el que los intereses individuales priman sobre el compromiso con el pueblo y la ética en la representación.
HONOR MERECIDO… En un contexto donde las noticias negativas sobre las fuerzas de seguridad parecen acaparar la atención, es fundamental hacer una pausa y reconocer los actos de valentía y humanidad que también forman parte de su labor diaria. Recientemente, unas conmovedoras imágenes comenzaron a circular en redes sociales, mostrando a policías de Jiutepec en una situación crítica: lograron impedir que un hombre se arrojara desde un puente peatonal en el crucero de Tejalpa. Este tipo de episodios nos recuerda que, detrás del uniforme, hay personas comprometidas con el bienestar de su comunidad. A pesar de la resistencia del hombre, los policías se arriesgaron y se esforzaron al máximo para evitar lo que podría haber sido una tragedia devastadora. Este acto de intervención no solo pone de manifiesto su profesionalismo, sino también su capacidad de empatía y su deseo de proteger a quienes están en situaciones vulnerables. Es fácil caer en la trampa de generalizar y dejarse llevar por una narrativa que suele enfocarse en lo negativo. Sin embargo, es crucial reconocer y celebrar estos momentos de heroísmo cotidiano. Los policías de Jiutepec no solo salvaron una vida, sino que también enviaron un mensaje poderoso: su labor va mucho más allá de hacer cumplir la ley; también implica cuidar y proteger a cada miembro de la comunidad, a veces incluso arriesgando su propia seguridad. La sociedad necesita ver estos ejemplos positivos, y es responsabilidad de todos nosotros destacar y agradecer a quienes, como estos policías, se levantan cada día con el propósito de hacer del mundo un lugar más seguro. Reconocer lo bueno en la gente no solo enriquece nuestra perspectiva, sino que también fomenta un ambiente de apoyo y valoración mutua.
ASUNTO DEFINIDO. En el dinámico panorama político de Morelos, la elección interna para designar al próximo líder del partido ha tomado un rumbo claro, y parece que Ulises Bravo, el hermano incómodo de Cuauhtémoc Blanco, se aleja cada vez más de la posibilidad de asumir ese rol. Durante el fin de semana, Carmelo Enríquez, figura relevante y con creciente respaldo entre las bases morenistas, dejó en claro que el ánimo dentro del partido se orienta hacia su persona. Es más que obvio que la Confirmación en torno a Enríquez no solo refleja un estado de consenso entre los morenistas, sino que también pone de manifiesto un proceso interno que, aunque puede haber comenzado con incertidumbres y tensiones, se está definiendo con claridad. La política a menudo está marcada por intrigas y rivalidades, y el caso de Ulises Bravo no es la excepción; su vínculo familiar con el hoy ex gobernador ha sido un arma de doble filo, que, en lugar de beneficiarlo, parece haberlo convertido en una figura incómoda dentro del partido. Este cambio de rumbo en la preferencia de los morenistas hacia Carmelo Enríquez destaca no solo un deseo de renovación y cambio, sino también una necesidad de consolidar una dirección unificada que propicie el fortalecimiento del partido en la entidad. En un contexto donde los desafíos políticos son constantes, la capacidad de los líderes para conectar con sus bases y construir un ambiente de confianza resulta crucial para el éxito de Morena en el futuro.