• La crisis económica que viene/Los protegidos de siempre

Desde l@s redes…

Por los menos durante los últimos 50 años y en las crisis económicas recurrentes, el permanente asedio sobre las clases populares que han cargado con el mayor costo, trajo como consecuencia el crecimiento exponencial de la pobreza y la miseria de millones de mexicanos. Las crisis que por mucho han reducido progresivamente el poder adquisitivo y limitado la posibilidad de desarrollo social y humano de la mayoría de la población, han sido un lastre que hoy ante el COVID-19, a casi tres años de su aparición en México, nos deja un panorama desolador.

Sin embargo, esta situación característica de los países subdesarrollados ha tenido en México una minoría a la que en poco o nada ha afectado, incluso, en los tiempos más agudos de crisis han sido los primeros en recibir el cobijo oficial para proteger sus intereses, siempre bajo el mismo argumento: el de proteger el capital y la inversión donde descansa la economía del país. Cierto o no, han sido los empresarios y la clase política del país que también se ha reservado para sí la riqueza nacional, quienes no han padecido ni por mucho como la inmensa mayoría de la población, los estragos del subdesarrollo y de los vaivenes de la economía nacional y mundial, así como ahora las secuelas del COVID-19.

Cuando no se les ha condonado el pago, casi permanentes de impuestos, e incluso convirtiéndose en los grandes evasores de este país, el gobierno los ha salvado del desastre financiero inventando fórmulas como el FOBAPROA, ignominiosamente cargando para todos su rescate, o bien gozan permanentemente de estímulos fiscales y otros favores para mantener intactos sus intereses y no perder nunca un solo centavo. Para estos grupos privilegiados por siempre en el México, ganar ganar lo es todo y perder lo mínimo no está nunca dentro de sus planes.

La cuestión es que, a casi dos años que el presidente López Obrador lespidió, por primera vez en medio siglo apretarse el cinturón y ponerse a la altura de las circunstancias que la crisis actual demanda, simplemente no han hecho caso y no están dispuestos a devolver buena parte de la riqueza de la que gozan a costillas de la nación y mucho menos a colaborar en un plan emergente financiero que aminore la catástrofe económica que amenaza con agudizarse en los próximos meses. Incluso y como ya ha sucedido en otros tiempos, son capaces de cerrar empresas y negocios y volar con sus capitales hacia otras latitudes, antes que arriesgar o perder jugándosele con el país.

Y no es que estemos precisamente de acuerdo o no con la políticas públicas y las decisiones que el gobierno ha tomado frente a la emergencia sanitaria, incluso con el plan financiero y las acciones para acrecentar los programas sociales y particularmente la entrega de recursos a ciertos sectores de la población, eso es otra cosa, pero en lo que sí estamos de acuerdo es en la decisión de no otorgar más dádivas o concesiones a las minorías pudientes que incluso se han negado desde el primer momento a poner de su parte en favor de la clase trabajadora, por ejemplo para suspender actividades en sus empresas y negocios garantizando el pago de salarios y prestaciones.

Y ni que decir de la banca usurera que ante los problemas financiero no ha hecho otra cosa sino mostrar nuevamente su oportunismo para asestar un golpe más severo a sus cuentahabientes, prorrogando deudas pero acrecentando el pago de intereses. Se trata de la misma clase de empresarios que con la crisis del último lustro de la década de los 90´s se fueron a pique y con el FOBAPROA fueron rescatados de la quiebra a costa de pasar su miltimillonaria deuda al Estado y de allí a la sociedad. Ya se les olvidó que hoy todos seguimos pagando esa deuda y que sobrevivieron gracias a que el gobierno le impuso a todos los contribuyentes su rescate.

Ya es hora que este selecto grupo de la élite social del país se la juegue al igual que todos durante las crisis de los últimos 50 años, al igual que los políticos que por años han amasado fortuna a costa de la riqueza del país y del trabajo de los millones de mexicanos y que como antes, ahora también son los primeros en echarse a cuestas el costo de esta nueva crisis.

Por eso, sin menoscabo del pago de salarios y prestaciones a sus trabajadores, que todos los empresarios paguen, hoy más que nunca de manera puntual y transparente, todos sus impuestos o contribuciones; que los bancos suspendan el pago de créditos por el tiempo que dure la cuarentena sin el cobro de intereses; así como sean suspendidos y condonados el pago de los servicios públicos como el agua y la energía eléctrica al menos en un bimestre, y que buena parte de estos recursos vayan a parar a manos de  los que hoy no tienen un empleo ni ingresos para hacerle frente a el hambre y todas sus demás necesidades, que se haga pero ya…

*IR