Desde kilómetros a la redonda, policías resguardaban el recinto, todos los medios apuntaban sus cámaras hacia el Pleno, los asistentes se paraban en la fila con sus mejores trajes y sus accesorios en mano para ingresar al más importante evento político del año: la toma de protesta de Claudia Sheinbaum.
Es el evento más importante que ocurre en la cámara de diputados; todos los diputados y senadores estaban en su respectivo curul y en las galeras, la familia, personajes importantes, famosos y los millonarios, esos amigos del sexenio que terminó y nos muestran que el poder económico sigue siendo más importante que el convencimiento ideológico.
Todos se tomaban fotos, se saludaban y abrazaban, como jóvenes que emocionados van a la guerra sin saber el infierno que encontrarán cuando su emoción acabe.
Llegó antes el Presidente López Obrador, en su Jetta blanco, con una banda presidencial que notablemente le quedaba pequeña, pues evidentemente, ya no le pertenecía y, solamente la estaba cuidando en esos, sus últimos momentos.
Rezumando el espíritu de una misión cumplida (que no fue cumplida), el hombre que tantos años quiso caminar esos mismos pasos para tomar protesta como Presidente de la República, ahora caminaba a la puerta de San Lázaro, para acabar su gobierno y con ello, darle fin a uno de los periodos más interesantes de la política actual, en donde si bien, no sé ejercicio el mejor gobierno, cada día en su “Mañanera”, con cada decisión, con cada comunicado y con cada simbolismo, se cambió el régimen de gobierno.
Después de saludar a los diputados y senadores de Morena, incluso con los que tuvo conflictos como el Senador Ricardo Monreal, llegó a la presidencia de la Cámara de Diputados y por primera vez, fue él quien espero a Claudia Sheinbaum, quien llegó minutos después con un vestido blanco y con una gran sonrisa.
Una comitiva conformada por mujeres, que haría llorar a muchas, pues que quizá jamás se imaginaron poder vivir para ver una escena igual, la Presidenta electa caminó hacia la puerta del recinto para después saludar a la bandera y entrar al pleno de la Cámara de Diputados. Ahí, todos los legisladores de su colación, se le atravesaron para saludarla, tomarse con ella fotos y felicitarla, pues finalmente, nadie quiere ser enemigo de quien obtendrá el máximo Poder del Estado.
Llegando a la tribuna, se encontró con el Presidente López Obrador, quien en el momento más importante del protocolo, se quitó la banda presidencial y la puso en manos del titular de la Mesa Directiva, Ifigenia Martínez, quien a su vez, la entregó a Claudia Sheinbaum.
También, Claudia tuvo de frente a la presidenta de la Suprema Corte, Norma Lucía Piña Hernández, a quien la nueva Presidenta de México, sí saludó y con ese gesto, mostraba que sí habría algunos cambios en su gobierno.
Fue una protesta al estilo Morena, sin grandes protocolos de orden o escenas majestuosas, pero fue sin duda un momento histórico que dio inicio al nuevo gobierno.
Claudia inicia un gobierno frente a un país que la necesita y debe saber ella que su presidencia será trascendental para la historia de México, pues estará en sus manos quitar al crimen organizado de la mesa del Poder o permitirle estar para nunca más lograr quitarlo, está el futuro de la justicia y de un movimiento que alberga la esperanza de muchos y que puede hacer un cambio o quedarse como otra ilusión fallida.