La nota del periódico “El Economista” –publicada el viernes 08 de enero de 2016-- cita la reacción del entonces edil de Cuernavaca, Cuauhtémoc Blanco Bravo, ante la decisión del entonces presidente de la República, Enrique Peña Nieto y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, de asignarle un grupo de elementos del Ejército Mexicano para “brindar protección al alcalde de este municipio (Cuernavaca), Cuauhtémoc Blanco, por lo que su custodia ya es responsabilidad de los militares”.
“Al respecto, el exfutbolista dijo que nunca le ha gustado tener escoltas, pero aceptó el protocolo sólo por su seguridad. A mí nunca me ha gustado. Simplemente es por seguridad, lo mandaron de México, la verdad estoy muy tranquilo y muy feliz como siempre he sido, [...] es un protocolo que hora tenemos que llegar a estas instancias”, cita la nota escrita por Jorge Monroy.
Sin duda, esos eran otros tiempos y momentos políticos, cuando el futbolista llegó a gobernar Cuernavaca --gracias a un contrato multimillonario-- y que distan mucho de lo que conocemos del ahora exgobernador de Morelos y diputado federal por MORENA, quien había dispuesto de unos 130 elementos de la policía para proteger su persona y se dice, a su hermano Ulises Bravo, además de familiares y amigos.
En medios nacionales, el secretario de Seguridad Pública estatal, Miguel Ángel Urrutia Lozano ha declarado que la dependencia a su cargo, inhabilitó la protección personal a ex funcionarios de la anterior administración y hasta familiares del exmandatario Cuauhtémoc Blanco, que no tenían ni tienen sustento legal para tenerla.
Según informó –“al momento”-- han regresado a la operatividad a unos 150 policías que se encontraban a cargo de la seguridad de varias personas que no lo requerían o que no tenían un proceso legal para tenerla. Lo anterior, en cumplimiento a las instrucciones de la gobernadora Margarita González Saravia, quien instruyó recuperar a elementos en activo de la policía estatal en servicios de custodia. Este servicio pues, ya no tiene razón alguna.
Mientras se relevaba a los policías de “estas” tareas de seguridad, se detectaron también, la existencia de “muchas unidades que estaban rentadas” –desde luego a costa del erario público estatal y al servicio de este grupo de privilegiados-- y que se presentaron en muy malas condiciones mecánicas. Habrá que ver aun, cuanto se adeuda de este, tan exclusivo servicio y como habrá de solucionarse las cuestiones de los pagos…
Al conocer de estos datos, entendemos porque el titular de la extinta Comisión Estatal de seguridad Pública (CES), José Antonio Ortiz Guarneros argumentaba una y otra vez que no había elementos suficientes para garantizar la protección de los ciudadanos en la entidad y el porqué, el futbolista rechazaba que Morelos enfrentara una crisis severa en materia de seguridad y que todos los días hubiera diversos hechos violentos y es que, desde una camioneta blindada, resguardado por los elementos policiacos asignados y su sequito de serviles acompañantes, no se resiente la inseguridad.
¡“Fregados” los ciudadanos de a pie!: Esas mujeres que a las siete de la noche tienen que esperar en una calle sin luz --en pleno centro de Cuernavaca-- una ruta que les lleve hasta Temixco, para regresar a casa, en una de esas unidades que han tenido que pagar derecho de piso, porque el Gobierno de Cuauhtémoc Blanco, nunca hizo nada por evitar que les quemaran las unidades y hasta mataran a los que se atrevieron a presentar una denuncia ante la fiscalía… fregado el obrero que se sube a su bicicleta o moto terminando su jornada. o el repartidor de UBER o Didi, que va a realizar una entrega, esperando sacar la cuanta del día y a quien, además de que les roban su herramienta de trabajo, los golpean salvajemente… y así, hablamos del empresario, del tortillero, del taxista, de los maestros, que nos quedamos a la buena de Dios, ante la indiferencia del futbolista.
Hay mucho que hacer y muchas cosas se han de evidenciar de un gobierno que confió en la impunidad y que ha dejado, no solo una administración desaseada, sino un estado en plena crisis.