Sin obras que lo justifiquen, el saliente gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco Bravo, aumentó el monto de la deuda que impactará no solo en el desempeño de la siguiente administración, sino particularmente en la infraestructura y servicios que requiere la sociedad, en detrimento de su bienestar.
En efecto, aunque el mandatario presumía haber reducido la deuda, el hecho es que durante su administración pasó de los cinco mil 377 millones de pesos al iniciar en 2018, a los seis mil 237 millones de pesos en 2024, de acuerdo con una investigación realizada por el Centro de Estudios Morelos Rinde Cuentas.
Estimaciones de la propia Secretaría de Hacienda estatal señalan que por deuda se destinarán mensualmente alrededor de 60 millones de pesos, lo que limitará las capacidades de la nueva administración para atender las demandas sociales. Son recursos indispensables lo mismo para obras, que para respaldar a los rectores más vulnerables, si se considera que cerca de la mitad de la población enfrenta problemas de pobreza.
La falta de previsión incluso, lo mismo que la incapacidad de vislumbrar que con la pandemia subirían las tasas de interés, motivaron que para 2022, la deuda se incrementara hasta llegar a los seis mil 892 millones de pesos, recursos que no fueron utilizados para reactivar la economía o apoyar a los sectores vulnerables, sino que se perdieron en pagos de intereses, porque no hubo capacidad administrativa para prever los estragos que causaría la pandemia.
No obstante, perviven numerosas dudas en torno al manejo de los presupuestos anuales provenientes de la federación, puesto que la entidad depende de ellos hasta en más del 95 por ciento, porque no hubo, durante la administración del exfutbolista, la capacidad de aumentar los ingresos propios.
Y en que si algo caracterizó a la administración estatal que agoniza fue la ausencia de obras propias, con recursos estatales. Más aún: las realizadas con el financiamiento proveniente del gobierno federal tampoco tienen las dimensiones y el impacto necesarios para ser recordadas. Incluso el mantenimiento a la infraestructura ya existente también fue raquítico, particularmente en lo que se refiere a la red carretera estatal, en malas condiciones, particularmente después de esta temporada de intensas lluvias.
Si para las grandes obras que requería Morelos -y que no llegaron- no se invirtieron grandes recursos propios, como tampoco federales, subyace la pregunta de qué se hizo con presupuestos anuales que rondaron, en promedio, los 30 mil millones de pesos, y en esos términos, también se ignora para qué se endeudó más el estado.
Conviene recordar que, de igual manera, la administración de Blanco Bravo sigue batallando por tratar de justificar los más de tres mil 800 millones de pesos que la Auditoría Superior de la Federación reporta como faltantes en el gobierno del mandatario que, aunque salió por la puerta de atrás, fue premiado con una diputación federal.
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