Antes de alzar la voz

Política para mortales

Las y los jóvenes, que tenemos el privilegio de no enfrentarnos a amenazas para nuestra subsistencia todos los días, antes de levantar la voz por las causas que nos han hecho creer que son justas, debemos antes, levantar los libros, participar en las marchas, caminar por las calles, hablar y después cuestionarnos, ir al teatro, leer todos los periódicos, recorrer la historia sin prejuicios y todas sus historias, ir al cine, platicar con la gente y especialmente con los viejos, utilizar nuestra credencial de estudiante para ir a museos antes del INE para ir a un antro.
Debemos escuchar a Bob Dylan, a Silvio Rodríguez. Debemos leer a Orwell, García Márquez, Cortázar, Borges, leer la riqueza de las naciones y manifiesto comunista, debemos conocer a Zapata, a Juárez, Salinas y al subcomandante Marcos, debemos entender a Porfirio Díaz, tanto como al PRI; debemos abrirle el corazón a una sociedad viva, que existe junto a nosotros, y solo después, levantar la voz.
Esto, no se debe a que nosotros no tengamos nada que decir, -quiere decir-, que a nuestra edad, podríamos caer en la trampa de pensar que Twitter y sus alarmistas son el mundo, los partidos y sus fanáticos son la política, los estereotipos y sus promotores, el mundo real.
No podemos permitir que nos hagan levantar banderas que parecen justas, pero son en verdad vulgares muestras de ambición y hambre de poder.
Si no estamos dispuestos a construirnos nosotros, no podremos nunca construir un país, donde no se pretenda educar al pobre con una pobre educación, en donde un sistema injusto no finja brindar justicia, en donde una persona entregue la vida en un trabajo, -y a cambio-, cobre migajas; donde, no se justifican los abusos para muchos por el beneficio de algunos.
Debemos construir un país donde nadie sea alguien.
Eso sí, cuando los libros hayan sido leídos, las canciones cantadas, los cuadros observados, los poemas llorados, la historia conocida y las calles caminadas, los jóvenes frente a la hoja en blanco, no nos debe importar lo que lo que piensen de nosotros los grandes autores, críticos, amigos, políticos y familia, nos debe importar solo aquello que sale de nuestro corazón y es filtrado por nuestra mente.
Debemos confiar solo en aquello que sentimos que es nuestro llamado, porque solo ahí, defendiendo lo que creemos con nuestra alma, podremos construir un país para todos.

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