Cuando alguien se equivoca, hace algo malo o es descubierto, comúnmente las acciones cometidas por el o la referida, son todo lo que necesita para mostrarse tal como es y descartarle como trabajador, como amigo o simplemente como compañero al que algo se le puede confiar.
Lamentablemente, en Política, existe una importante diferencia en donde aquel que es culpable, puede rápidamente, proponerse como víctima y ser perdonado y con un poco de suerte, hasta alabado y premiado.
La diferencia entre los dos casos, no tiene que ver con poder o dinero. Sí, aunque pueda aparecer sencillo, es en la retórica, donde radica la habilidad para convencer a uno o varios espectadores.
Ejemplo claro: Donald Trump, que sin conocernos, ha sabido usar la retórica para a través de los años, convencernos de que puede ser él la mejor opción; aunque evidentemente, no lo sea López Obrador, Trump, ha utilizado la retórica para ganar y lo ha logrado.
La retórica, no construye nada físicamente, y no quitará el hambre, ni dará oportunidades aquel que escuche un mensaje, pero ocurre, que uno pueda ser muy bueno en el arte del convencimiento y mediante la voz, la modulación y el mensaje, puede atraer a un gran número de personas.
Entonces, considero peligroso que en los últimos tiempos, ya nos hemos dado cuenta, que estamos llenos de grandes habladores. De los que dicen y dicen, pero no construyen nada.
Como aquellos que usan la palabra como un recurso que no se fiscaliza y del cual, no se entregan cuentas.
Y peor, que ese recurso le sigua sirviendo al hablador, para presentarse descaradamente, de forma cínica, sin proyecto de trabajo, sin buenas intenciones y sin un objetivo congruente frente a los auditorios que le siguen creyendo.
Mi gran propuesta sería, que como ciudadanos, nos dediquemos a quitarle el poder a la herramienta de la retórica. Es decir: que obliguemos a nuestros políticos, a que no solamente usen la palabra y explayen su convencimiento emocional, que no solo usen aquello que nos convenza para darles el poder, sino que, en primera instancia, busquemos en ellos, las verdaderas cualidades de un líder, antes de darles la oportunidad.