Con dedicatoria a: PRIANISTAS y PERREDISTAS

Filosofemas

Los partidos dan muestras de su dinámica existencial basada única y exclusivamente en las ambiciones desatadas por las raciones de poder. 
PRD y PRI han sido PAN con lo mismo. Obsérvese con atención. El dirigente del PRI hablaba con descaro de revolucionar todo para volver a contar con la confianza de los ciudadanos. ¿Para qué? ¿Para vender las riquezas de la nación entregándolas a intereses extranjeros? Nunca han hecho una autocrítica para examinar aquello que les hizo perder la objetividad, el piso y la noción de la realidad actual. Siguieron repitiendo los mismos vicios en su mal llamada militancia, es decir, callaron y obedecieron, inmóviles para salir en la foto.
Autoestimulándose con arrogantes discursos vanagloriosos quiso llamar la atención sintiéndose iluminado por los hados del destino. Nunca recordó el lema de su partido –Nacionalismo Revolucionario y Justicia Social- que antes se repetía para fortalecer convicciones ideológicas, si es que tenían alguna. El Pri se asumía como el heredero de los postulados de la Revolución. Divulgó ese discurso utilizando los Mass Media para envolver al pueblo entero. 
Con Miguel Alemán instituyó la corrupción y enriqueció impúdicamente a sus funcionarios que se sintieron dueños de la verdad e iluminados por algún espíritu. Generaron así, la cultura del servilismo y la abyección comportándose sumisos y obedientes con su jefe inmediato y ojetes con los subordinados. La obsecuencia con el poder se hizo parte de su identidad.
Aún sigo buscando a algún connotado, inteligente y bien informado priísta que haya emitido alguna delicada y leve crítica a sus presidentes. A Salinas de Gortari y su venta de más de 1000 empresas públicas. A Miguel de la Madrid y su rotundamente negativo sexenio. O bien, a Ernesto Zedillo arrodillado ante los banqueros para provocar el más impresionante saqueo de los dineros del pueblo (FOBAPROA). O cuando vendió los ferrocarriles para volverse empleado de la empresa que los compró. No se diga a Peña Nieto. ¿Algún heteróclito y pluscuamperfecto militante histórico tuvo a bien enmendarle la plana a este vacuo y huero personaje, corregirlo o llamar suavemente su atención?
Por su parte, el PAN y sus egregios, ¿de qué pueden presumir? ¿Alguien puede argumentar en favor de este partido que ni siquiera se ruboriza de sus dislates, abusos, saqueos y latrocinios? ¿Cuál fue el peor de sus dos sexenios? La entrega de los bienes nacionales continuó con Fox y Calderón. La corrupción caminó a sus anchas abriendo grandes veredas. Los “moches” que instauró su actual dirigente Marko Cortés son parte medular de su cuerpo legislativo. La vanidad se vistió de azul y se sintió parte de una familia de jeques árabes.
El PAN confundió su ideología extranjerizante y entreguista con un recalcitrante fanatismo. Recuerdo a una diputada que se lamentó de que habría más sesiones parlamentarias porque había planeado ir por 2ª vez a Tierra Santa, así obtendría una indulgencia plenaria. Margarita Zavala, con su familia, presta y dispuesta acudió a venerar las reliquias del Papa Juan Pablo II. Un distinguido panista, expresidente de Cuernavaca, se ufanaba de portar en su cartera un minúsculo trozo del hábito de Sta. Clara de Asís. Y no hablemos de la distinguida Martha Sahagún cómplice de los Legionarios-pederastas-Millonarios.
Muy creyentes, muy fanáticos y muy rateros. Su fundador, Manuel Gómez Morín, no se nos olvide, se opuso a la expropiación del petróleo y se alquiló como abogado defensor de las compañías extranjeras. Ese fue su origen, oponerse a la política económica de Lázaro Cárdenas. García Luna, Calderón y su banda de malhechores nos colocaron en la palestra de la vergüenza internacional. Gracias al PRIAN somos el país donde el narcotráfico se instaló como política de Estado. 
El mismo presidente de la república y el responsable de la seguridad nacional eran empleados de un Cártel del narco. Calderón, Fox, Peña Nieto, García Luna obedecieron sumisos la voz de su comandante que premiaba su servilismo. Los portafolios repletos de billetes los hacían salivar frente a la visión y sonido de la campana de Pavlov dolarizado.
El dinero ensangrentado sembró muerte, destrucción apocalíptica. Esto era México para los migrantes de Centroamérica -Honduras, El Salvador, Guatemala- la tierra del peligro, del riesgo de ser detenidos por el INM y vendidos a un cártel de sicarios; de ser extorsionados por las mismas autoridades o simplemente de morir en el intento. México, el país de los cárteles de Sinaloa, del Golfo, de la Nueva Generación… de los sicarios, de los Zetas. El país de la corrupción donde todo se arregla con dinero.
¿Qué unifica a estos especímenes partidarios? La falta de autocrítica, la falta de objetividad, la falta de vergüenza.
El PRD continuó exaltando su pretendido izquierdismo. Se enmarañó en pleitos de elecciones internas para obtener puestos externos. De labor política, nada. De análisis sobre los problemas del país, nada. De compromiso con los trabajadores, nada. De alguna reflexión pública sobre la situación intercontinental, nada. De solidaridad y apoyo a pueblos originarios o grupos marginados, nada. Ahí está el resultado.
El objetivo, la meta de este propósito vital es edificar una nueva nación. ¿Cómo? Ahí está el meollo del asunto.

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