La última misión

Política para mortales

López Obrador, no solo fue una parte del Presidente que quisimos que fuera, fue también la mitad de lo que él mismo hubiese querido. La pieza faltante era mayoría en el Congreso.
Durante sus seis años de gobierno, el Presidente López Obrador tuvo una relación compleja con el Poder Legislativo. Los albazos, las leyes fast track a las cuales no se les cambió una coma y las discusiones sin fondo fueron comunes, la relación se tensó aún más cuando el Presidente perdió en las elecciones intermedias mayoría calificada en ambas cámaras y el presidente de la JUCOPO, Ricardo Monreal, parecía estar en camino a traicionarlo.  
El segundo problema lo resolvió pronto, Monreal se reincorporó a las filas de Morena y hoy parece ser parte del acomodo para la virtual Presidenta Claudia Sheinbaum, el segundo problema lo carcome toda la segunda parte de su gobierno, pues hubo varias iniciativas constitucionales que solo pasaron a pleno para morir lentamente y a la visa de todos.
Como otros muchos grandes proyectos del actual gobierno, el Presidente, anunció su respuesta a esta problemática en una deliberación de La Mañanera, en donde habló del “Plan C”, que era un proyecto como muchos otros de su gobierno, disruptivo y no visto en gobiernos anteriores. El plan consistía en alcanzar la mayoría calificada y aprovechar este extraño y breve momento en donde entra una nueva legislatura, pero el Presidente López Obrador, que vio la elección de estos legisladores, sigue en funciones.
Estamos ya, a punto de ver ese momento, pues después del dos de junio Morena obtendrá mayoría calificada en la Cámara de diputados y le falta un voto para alcanzar la mayoría en el Senado de la República, que muchos dicen, es un acuerdo “ya amarrado”.
La semana pasada, el Presidente de la República invitó a su próxima sucesora a Palacio Nacional, aunque no cuente con constancia de mayoría. Ante los medios, reveló que se habló especialmente  sobre un tema, el paquete de reformas pertenecientes al “Plan C”. Que si bien, quizá no serán las 20 reformas que el Presidente envió hace unos meses al legislativo, sí se incluyen algunas como “Reforma al Poder Judicial”, que ha sobrado para crear preocupación en el Poder Judicial y en los mercados, por eso el dólar ha subido.
En tanto esto se desarrolla, el actual legislativo, que no es el mismo que aquel que tendrá que discutir estas reformas, ha intentado crear sosiego, diciendo que las cosas caminarán con calma y que todas las reformas serán sometidas a consultas y parlamentos abiertos. ¡Claro, consultas compradas por ellos y parlamentos abiertos que no consideran al grueso de la población y en donde nadie nunca participa! Una cita concreta: los resultados que ayer, que se dieron a conocer sobre una supuesta encuesta que dice que el 80 por ciento de la población está de acuerdo con una Reforma del Poder Judicial.
Considero, que estas acciones, nos muestran que se avecina una tormenta y que sería un error pensar que el gobierno de López Obrador ha acabado, viene aquí la última misión para su gobierno. Y debo decir, me preocupa. Es muy fácil atacar al Poder Judicial y decir que los ministros son unos arrogantes, los magistrados personas lejanas a las necesidades de la gente y que la Justicia en México está tan estancada como su progreso. Yo no podría decir que el Poder Judicial no debe tocarse porque sí le urge ser reformado, pero no bajo argumentos pasionales y molestias de un solo hombre.
Este gobierno no tiene autoridad moral para hablar mal del Poder Judicial, cuando en Morelos, ha sido una legislatura de Morena, quien ha vendido las magistraturas. Hoy Morena, no quiere mejorar ese Poder, lo quiere eliminar como contrapeso y echar a andar como una estrategia política. Y quizá hoy puedan hacerlo con mucha comodidad, pero cuando un padre busque justicia por sus hijos muertos y en todas las regiones del país no se pueda acudir a un juez si no a la fuerza, se darán cuenta que lo que han adelantado con fanfarrias, fue un error.

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