La posición de la oposición

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En la vida de la democracia de un país existen dos grupos de ideología política que se pueden considerar radicales. La extrema derecha y la extrema izquierda. Esto no se notaba antes del sexenio de López Obrador. Con sus comentarios, calificaciones y señalamientos continuos durante los cinco años y medio que lleva su mandato, sobre todo en la conferencia de prensa mañanera, en donde señala a los neoliberales, a los corruptos, a los fifís, a los intelectuales, a los aspiracionistas, se fue acrecentando una polarización delicada que está terminando en un enfrentamiento entre los mismos mexicanos.
En las elecciones de 2018, el resultado que se obtuvo en la elección en donde resultó vencedor López Obrador, no hubo argumentos para sospechar que hubo fraude. Lo que si se sospecha es que hubo acuerdo para que los grupos de poder para que se implementara un plan de acción a fin de que Amlo ganara la elección. Y se ha ido reforzando con el tiempo de ese acuerdo en el Salinato, al que pertenece Peña Nieto, para que reconocieran el triunfo de la izquierda. Además, no había argumentos para al menos sospechar que hubiera fraude. Pues la que ganó fue la oposición y quien siempre protestaba por un posible fraude era precisamente la oposición, sin conceder que realmente había o no la había.
El pasado 2 de junio de 2024 la democracia tuvo una cita en México. Se debieron haber llevado las elecciones más complejas de la historia de nuestro país, puesto que se preveía existiría una gran participación ciudadana y por parte de la oposición se había realizado a lo largo de casi un año y medio una gran movilización ciudadana que demostraba que había una gran fuerza, por lo que se esperaba un triunfo. No se esperaba que fuera contundente, debido a toda la desventaja que tenía con su oponente, el partido o coalición de partidos que actualmente ocupan el gobierno. El partido oficial, obviamente tiene una gran ventaja sobre los demás. Los recursos a los que tiene acceso, pero sobre todo es quien creo un proyecto de programas sociales que le produjo un universo de más de treinta millones de beneficiados que fácilmente se convertirían en posibles votantes. La oposición no tenía nada que ofrecer a las clases más necesitadas. Aun peor, la oposición no tuvo otra opción que tomar los registros de los partidos de PRI, PAN y PRD, los que no tienen un pasado confiable y menos una trayectoria moralina que otorgara a los votantes confianza. Así que la oposición tenía que remar contra corriente en todos los aspectos. Pero aún más peor (válgase la expresión), el órgano ciudadano responsable de organizar la elección, quedó en manos de personas más condescendientes con el actual presidente, lo que provoca que se sospechara que no habría equilibrio en las elecciones. Pero no había de otra. La oposición tenía que participar con esas condiciones. La ilegalidad cometida en las ante precampañas, las precampañas e incluso en las campañas, permitida por el INE, donde aparentemente los candidatos oficiales dispersaron recursos públicos, aprovecharon los programas sociales, el mismísimo presidente AMLO desde el podio de la mañanera trabajando para su partido y candidata, se vio en las elecciones la mano del presidente. En fin, se veía venir una elección con una gran desventaja. El 2 de junio, con la participación de más de un millón de mexicanos en casillas, capacitadores, coordinadores, consejeros, etc. se lleva a cabo con varios incidentes, como por ejemplo que no llegan los funcionarios de casilla, que se cae la página del PREP en un segmento primordial, y posteriormente se nota que se han extraviado paquetes de boletas. Y comienza a aparecer el fantasma del FRAUDE ELECTORAL. Incluso se ha mencionado que existe la posibilidad de un ataque cibernético. Eso lo calificarán peritos especializados en la materia. La oposición actual no tenía contemplado el fraude como parte de un plan, como lo tuvieron los partidos de oposición en antaño que lo tenían en cada evento de elección electoral como parte de su plan que era ya una especie de sistematización. El mismo presidente actual, en cada elección siempre acusaba que existía el fraude. Pero hoy ese fantasma apareció con la nueva oposición y se comenzó a sembrar la duda, por lo que se comienzan a estructurar las impugnaciones. El grave error de la oposición actual es que no existen actas de incidencia, algo que si realizan quienes ya traen la maldad electoral y muchos errores que cometieron en el proceso. Así que en cosa de algunos días se verá si existen argumentos consistentes para tomar acciones en caso de si haya habido fraude, o simplemente se va diluyendo. Mientras tanto el Estado recibió todo el poder, algo inaudito, para una propuesta que desean cambiar la Constitución, modificar los métodos de elegir a los Consejeros del INE, a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación entre otras, lo que puede decirse que la democracia y la justicia están amenazadas, a menos que Claudia Sheinbaum no implemente el Plan C, pues eso daría pie a convertirse en un gobierno autoritario.

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