Viernes 26 de abril nos ha marcado. Ese día por la mañana, el hermano del candidato de Movimiento Ciudadano a la presidencia de Tetecala fue asesinado.
Como todos los días en Morelos, amanecimos con muertos, con violencia, con balazos en el sur, en el centro y en el oriente de Morelos.
Comenzamos la jornada informando de los hechos violentos, y hasta ese momento no nos imaginamos lo que pasaría en el resto del día.
Sabemos, sin aceptarlo como algo normal, que todos los días, en cualquier lugar, cualquier persona, aún con guaruras puede ser víctima dela delincuencia.
Sabemos que nuestra labor conlleva ciertos riesgos, pero jamás nos imaginamos, aquella mañana que, ese día, culminaría, con nosotros, los que ejercemos la noble labor de informar, seriamos el centro principal de las noticias.
La fatal noticia del supuesto secuestro y posterior homicidio de nuestro compañero y amigo Roberto Carlos Figueroa, nos pegó a todos, y nos pegó fuerte.
Si, todos los días vemos que entre delincuentes de todo tipo, incluidos los cuello blanco, esos que permean en la política, se matan por dinero, poder y sus mafias, pero nunca nos imaginamos que nos coloquen en el centro de sus perversidades, de sus odios y sus intereses basura.
Y, como siempre desde aquel fatal día, no hemos tenido un pronunciamiento del fiscal, Uriel Carmona no hemos visto ni asomar la jeta al Comisionado estatal de Seguridad, José Antonio Ortiz Guarneros, y el gobierno del estado, hoy en manos de forma interina de Samuel Sotelo, sólo se limitó a enviar un escueto comunicado en donde le pasa la bolita a la fiscalía y sólo garantiza atención a través de su fallida comisión de víctimas.
Sólo eso han hecho en estos casi seis sangrientos años, culparse unos a otros con declaraciones que solo levantan polvo pero no cambian la realidad que padecemos los morelenses.
A Roberto Carlos Figueroa, el buen Robert, aunque muchos le decían “puerquito”, lo conocí cuando su mejor amigo, Osvaldo Salazar, hijo de nuestro amigo decano del periodismo, Alfredo Salazar, lo incluyó como camarógrafo en el equipo del noticiero local de la familia Salazar “7Días” .
En aquellos días, ambos estudiaban la preparatoria. Roberto conoció los medios, el ambiente reporteril, “el de la perrada”, se incluyó en el famoso equipo de fútbol del “combinado de prensa” y ya nadie lo pudo zafar de nosotros, hasta ese fatídico viernes 26 de abril.
A Roberto, lo vimos crecer, lo vimos entrar a la universidad y lograr titularse como biólogo, profesión que también lo apasionaba, pero el periodismo es algo que, cuando lo haces, se te incrusta en el corazón, en el alma y difícilmente te lo puedes arrancar.
De camarógrafo, brincó a otras labores dentro del quehacer informativo, incluso llegó a ser enlace de comunicación social de áreas como la Secretaría de Turismo estatal e incluso jefe de prensa del Partido Acción Nacional (PAN). Nunca le tuvo miedo al trabajo.
Así fue creciendo hasta que llegó el momento de impulsar proyectos de forma independiente. Primero se asoció a sus amigos, entre ellos Osvaldo Salazar y Luís Alberto Beltrán, pero al final, ya en los últimos años, si con la sociedad de valiosos amigos como Priscila Santoveña y su gran mano derecha creativa, Daniel García, se puso al frete de Acá en el Show.
Con ideas muy creativas, diferentes y hasta locas, Roberto Carlos, se fue ganando un lugar especial. Para no pocos fue incómodo, para muchos otros, hasta dolor de cabeza, pero todos reconocían su creatividad y buen tino para analizar los temas. Como lo han dicho, nos gustara o no, si fue diferente.
Durante todo el tiempo que tuve la bendición de coincidir con Roberto, pocas veces lo ví molesto o reaccionar negativamente. Si tenía carácter fuerte (no se puede vivir en este ambiente si eso no se tiene), pero siempre fue el camarada, el amigo, el buena onda.
Ese niño que llegó muy chavo y cotorro a “la perrada” se convirtió en hombre, un hombre muy trabajador, que amaba a su familia, por la que trabajó incansablemente. El tiempo que tenía lo aprovechaba para estar con su familia, incluso improvisando asados con unas piedras y una pequeña parrilla en medio del bosque. Siempre, en todo buscaba lo que todos deberíamos buscar: ser feliz. Y lo fue en muchas ocasiones.
A Roberto nos lo quitaron el negro viernes 26 de abril, pero su esencia aquí sigue y en cada uno de nosotros sus amigos, se escuchará su voz para exigir justicia, para dar con el o los responsables de su muerte, y hablamos de autores materiales e intelectuales porque nos queda claro que alguien dio la orden del supuesto secuestro. Fueron por Roberto, lo tenemos claro.
No descansaremos hasta que las autoridades, omisas y hasta probablemente cómplices, le den respuestas a la familia de Roberto. Por favor señores del ejecutivo, del legislativo y del judicial ya pónganse a trabajar. Señor Comisionado de Seguridad, honre a la institución que lo formó y el dio un nombre; su desempeño mancha el uniforme blando de la MARINA; señor fiscal usted es e morelense, ya ponga funcionar la fiscalía. Hoy nos ha pasado a nosotros, el golpe que nos dieron es fuerte, es grave, pero todos los días personas de todos los sectores se enfrentan a esta cruenta realidad. Los muertos los estamos poniendo nosotros. YA BASTA.