¿Quién perdió en el debate?

Mirador 21

Hoy los principales equipos de campaña de las candidatas y el candidato a la presidencia de México dicen por todos lados que ganaron primero de los debates; sin embargo, hay que decir que es crucial reflexionar sobre el rol de los debates en tiempos electorales y su impacto en la sociedad. El primer debate entre las y el candidato a la presidencia de la República reveló una preocupante tendencia hacia la confrontación y la descalificación en lugar de un diálogo constructivo basado en propuestas.
Desde la elección del año 2000, en México los debates han adquirido una mayor relevancia social, sin embargo, lamentablemente se han transformado en escenarios de ataques personales y denostaciones entre los contendientes. En lugar de presentar ideas y soluciones concretas a los problemas del país, los candidatos parecen estar más interesados en desacreditar a sus oponentes.
Esta dinámica de confrontación constante en los debates políticos ha contribuido a crear un ambiente de violencia verbal que aleja a la ciudadanía de participar activamente en el proceso electoral. La falta de respeto y la ausencia de un debate constructivo ahuyentan a los votantes y socavan la confianza en el sistema democrático.
Es fundamental que las y los candidatos, así cómo los partidos políticos reconozcan la importancia de un debate civilizado y enfocado en propuestas concretas. Los debates electorales deben ser espacios de discusión democrática donde se expongan visiones y se confronten ideas de manera respetuosa y argumentada. Pero en la práctica eso no sucede. 
En México, es necesario abogar por un cambio en la cultura de los debates políticos, promoviendo la reflexión y la participación informada de la ciudadanía. Solo a través de un diálogo constructivo y respetuoso podremos fortalecer nuestra democracia y fomentar una mayor participación en las elecciones.
Es responsabilidad de todos los actores políticos y de la sociedad en su conjunto impulsar un cambio hacia debates electorales más enriquecedores y menos confrontativos. La calidad de nuestra democracia y el futuro del país dependen de ello. Hoy el país vive un ambiente bastante violento y los debates tendrían que ser un faro de luz para la sociedad en medio de tanto caos. Lamentablemente no es así.

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