El estrés no es una situación que se presenta a nuestro alrededor, es más bien la forma en cómo percibimos la situación, sin embargo, las personas reaccionan de distintas formas y esas reacciones nos hacen sentir más o menos angustiados ante algo que normalmente presenta un cambio en la rutina, desde cosas banales, hasta situaciones más completas como un duelo, una enfermedad o una separación, por lo que, aquí te decimos cómo afrontar el estrés y ser una persona resiliente.
Por lo que, la receptividad que las personas tienen ante los estímulos o situaciones externas definirá el grado de angustia ante la vivencia. Investigadores intentan esclarecer los embrollos del estrés y coinciden en que, el estrés es necesario, pues nos pone en alerta, no hace prestar atención a nuestro entorno para reaccionar o resolver la situación. Pues la situación nueva nos supone un reto para la mente, esto desde niños, ya que nos genera miedo, el cual puede ayudar a avanzar o no puede bloquear.
Para nuestros ancestros, el estrés les servía para sobrevivir, era lo que marcaba la diferencia entre luchar y vencer, o escapar y quedarse bloqueado y morir, sin embargo, ahora ya no nos enfrentamos a tantas situaciones de vida o muerte, pero la gestión de la angustia o ansiedad sí nos sirven para avanzar y superar obstáculos. Se sabe que adaptarse a una situación que consideramos adversas y reponerse, es lo que se le conoce como resiliencia, persona que tiene la mejor gestión del estrés y mayor sensación de bienestar.
Pese a tener consecuencias negativas, el estrés, solo pasa si la situación sobrepasa la capacidad de control de la persona, pues en entonces se producen consecuencias dañinas para la salud y bienestar.
Lucha o huida en el estrés negativo
Cabe resaltar que, el estrés ayuda a afrontar un desafío, así que en lugar de ponerlo en nuestra contra es mejor hacernos su “amigos”. Hans Selye, profesor e investigador considerado el "padre del estrés", identificó el estrés positivo (eustrés) y el estrés negativo (la angustia).
Normalmente, el organismo responde con serenidad y equilibro a los estímulos exteriores, es decir, sufre un estrés bueno para que la situación mejore, se resuelva o cambie a algo más asequible y nos causa angustia.
Pero si responde mal, no se adapta a la situación y se siente sobrepasado y sin capacidad de reacción, vivimos el estrés negativo.
Cuando ocurre, nuestro cuerpo ejecuta una respuesta de huida o lucha, la angustia, la cual sirve de amenaza, pero no sirve para rendir más, tomar buenas decisiones en el día a día, concentrarse y resolver problemas cognitivos.
¿Cómo lograr modificar la respuesta?
La respuesta ante el estrés que aumenta la resiliencia
"La ansiedad es un amigo quisquilloso, pero a veces los amigos quisquillosos son útiles". Es una frase de Wendy Suzuki, neurocientífica y profesora del Centro de Ciencias Neuronales de la Universidad de Nueva York y autora del libro La buena ansiedad, que quiere cambiar nuestra perspectiva sobre la ansiedad, para que nos sintamos capacitados en lugar de indefensos. Necesitamos ver el estrés como un recurso, una oportunidad o un amigo que nos ayuda.
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Por lo que, para la autora es importante llegar a agradecer a la propia ansiedad el papel que hace y que reconozcamos su valor.
Para Jason Shen, coach ejecutivo y experto en resiliencia, para reformular el enfoque y la visión de ansiedad, para ser más resilientes, es el concepto de “tender la mano y hacerse amigo”, es decir, cuidar a los demás y tender la mano para reforzar conexiones sociales, pues nos ayuda a gestionar con más claridad el problema que genera ansiedad.
Cómo pasó de lucha y huida a “tender la mano”
El coach indica que para logarlo, las claves están en llevarlas a la práctica en momentos de calma, pues identificas las situaciones que generan angustia, así se puede ser una buena forma de prevenir e ir aprendiendo a gestionar el estrés con tiempo.
- Recopilar otros afectados por la amenaza. No estás solo ayuda a no hundirte, habla con gente que ha pasado lo mismo para reforzar tus posibilidades de resolución del problema, pues los grupos de apoyo pueden ser clave para reorganizar tus emociones.
- Contacto y abrazar, las caricias y abrazos con personas reducen la angustia, pues el tacto libera sustancias neuroquímicas calmantes, si no hay nadie cerca puedes usar el tacto autocalmante como cogerte las manos, acariciarte los brazos, entre otros.
- Agendar visitas, el contacto social es de gran ayuda, aunque la angustia no lleva a encerrarnos con nosotros mismos, es mejor no aislarse, quedar con un amigo o familiar de forma periódica y no es posible llamarlo para hablar de ti es una excelente medida antiansiedad.
- Mentor, puedes buscar programas en lo que seas tú quien ofrezca ayuda, tu experiencia con tu propia ansiedad podría ayudar a otros.
Con información de Agencias
*ARD