Me gusta pensar que cada uno de nosotros ha realizado diferentes revisiones interiores para identificar aquellas decisiones que nos llevaron a un lugar no tan querido. También me gusta imaginar que una vez que lo identificamos hemos diseñado un plan para llevarlo a cabo.
Sin embargo, uno de los retos más importantes que se tienen, asumiendo que la dedicación impresa en las actividades anteriores se realizó con el mismo enfoque retador, es el de dar inicio a nuestras sanas intenciones.
Y es aquí dónde me gusta imaginar las tonalidades de luces y colores en los primeros minutos del día. Los amaneceres son un espectáculo sin par. Son, como bien dice el propio sol de México (Luis Miguel) “un privilegio”.
Cuando has tenido un día complejo, con diferentes situaciones resueltas con dificultad e incluso sin resolver, pero tu descanso ha sido placentero, entonces el amanecer te parece gigante, prometedor, sin fallas.
Ser testigo de la alborada, incluso cuando tu entumecido cuerpo siga desparramado en el suave rectángulo de tamaño matrimonial, tiene la fuerza de presenciar un inicio, un arranque, un kickoff, tiene la promesa de la reinvención de una jornada, aplicando las lecciones aprendidas de las recientes batallas libradas.
Cuando la aurora te abraza y te ofrece su cálida bondad, es menester recibir ese estrujón con la plena conciencia de que representa una caricia destellante que inspira, que conmueve, que alimenta.
Si lo pensamos un poco, cada ocasión que queremos incursionar en nuevas acciones que nos conduzcan a una mejor versión de nosotros mismos, lo podemos interpretar como un nuevo amanecer.
Podría decirse que el crepúsculo náutico, donde el sol aún no sale, pero se aclara el horizonte, son las ideas nuevas. Es aquí donde la caja de Pandora ha dejado en el fondo sólo la esperanza y te aferrarás a ella para mantener la vista al frente, para mantener esa clara imagen en tu mente.
Tus ideas pueden provenir de una mente descansada, con paz interior, sin atribulaciones, que puede inspirarse después de un excelente descanso, es por ello que la higiene del sueño cobra capital relevancia en la salud de cada uno de nosotros.
Cuando el sol sigue oculto, pero se divisa su salida en el horizonte, es la hora azul. En este punto en particular, tus planes empiezan a tomar forma, pones tus intenciones por escrito, investigas un poco respecto a los modelos a seguir, las personas a quienes debes consultar, las habilidades que debes desarrollar, los lugares que quieres visitar, la persona en quien te quieres convertir.
En ocasiones la combinación de este tipo de acciones te va llenando de oxitocina al relacionarte con las personas incluidas en tu nuevo inicio y te llenan también de serotonina por la satisfacción que tu mente genera al realizar planeaciones.
La hora dorada llega cuando el sol sale y los colores cambian. Va tocando los diferentes perfiles del relieve en el paisaje y la energía que la acompaña es dinámica y contagiosa.
Es aquí cuando las primeras acciones perfilan tu agenda, tu perspectiva se modifica, tu miopía emocional se va aclarando, tus motivos se hacen más sólidos, tu norte se revela y cobra sentido.
Pero sólo es el amanecer. Es la promesa de una nueva caminata. Es la visión de ese mismo horizonte, a la misma distancia, con la misma lejanía, pero más iluminado, mas colorido, tonificado y asequible. El alba cumple su promesa de iniciar la travesía, nos invita a iniciar el recorrido de un sendero esclarecido con las flores teñidas de confianza.
Te toca a ti mantener el paso, no desviar el rumbo, explorar un poco pero no perderte en los detalles. Respira profundo, vístete con tu sonrisa en talla grande, con el miedo en talla justa, con justicia en tu conducta y persistencia en tus pisadas.
La madrugada es sinónimo de iniciativa, de primeros pasos y voluntades nuevas. El amanecer es un beso de la vida para dar la bienvenida a tu bendecida andanza. grupoalter.ego@gmail.com