En México, pasar del régimen autoritario a la democracia, ha sido un proceso lento y revestido de obstáculos para lograr apenas, que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) a comienzos del nuevo milenio, dejara de convertirse en el partido hegemónico por excelencia, que por 71 años consecutivos, se mantuvo en el Poder Ejecutivo,al ser vencido por la oposición. Acontecimiento impulsado, gracias a queaños atrás, la oposición hiciera presencia política, ostentando cargos de representación popular como las diputaciones o alcaldías, generando simpatizantes a lo largo y ancho de la República.
Tal como lo refiere Mauricio Merino, que lo ocurrido en México no fue una transición “pactada”, sino una transición “votada”. En donde el pueblo, a través de su participación en el sufragio, impulso la competitividad de los partidos políticos de manera progresiva. Juan Linz nos dice: “El pluralismo limitado de los regímenes autoritarios tiene que ser considerado como la principal característica delimitante respecto a las democracias.”
Ahora bien, podríamos decir entonces que nos encontramos ante un sistema político que recién ha comenzado a desarrollarse, con el objetivo de alcanzarun óptimo desempeño, en aras de una mayor calidad democrática, la cualcomprende una bifurcaciónen su concepción:la democracia procedimental y la democracia sustantiva. Mikel Barreda, nos dice que: “La democracia no solo implica ciertos procedimientos para seleccionar y controlar el poder político, sino también objetivos y resultados que se pretendan alcanzar, tales como el desarrollo económico, como la justicia social e igualdad”.
Es decir, la democracia no solo debe ser comprendida como un régimen político sino, como un conjunto de ideales que se persiguen y que se convierten en la razón de ser del propio sistema democrático. Sin aquellos objetivos, la democracia en sí misma, pierde sentido.
La cuestión es ¿México se encuentra con una democracia sustancial de calidad? Respondiendo a la pregunta anterior, hoy en día la democracia sustancial dista mucho ser de calidad. Pese a que existen en la actualidad, organismos especializados que proveen de diversos medios de impugnación tendientes a proteger los derechos político-electorales de la ciudadanía, y que se traducen comoformas idóneas para robustecer la democracia en México; también es verdad, que aunque existiese la plena seguridad que el proceso electoral carezca de fraudes, es el hartazgo social, inconforme con los resultados de gobierno en cada sexenio,lo que merma la participación ciudadana.
Si no existe una respuesta a las necesidades de los gobernados ¿Cuál es la función de su voto? Aunado a ello, la desconfianza en los políticos va generando nuevas aperturas de participación a aspirantes a cargos de representación con un perfil diverso, es decir, de ciudadanos que no han realizado carrera política, que habían permanecido, hasta ese momento, ajenos a las contiendas electorales para postularse como candidatos.
Las exigencias de estudiosacadémicos comienzan a disminuir para los votantes;se vuelve más importante el hecho, de que un candidato sea carismático y se acompañe de un discurso optimista, el cual sugiera romper de tajo el sistema, que según refieren, es el principal problema social.
Bajo esa tesitura, el llamado del electorado a nuevas opciones y a la necesidad imperiosa de desechar las políticas públicas que no han funcionado; desencadena la inclinación de la población por partidos que ostenten una ideología socialista, mismos que prometen una nueva estructura económica en donde la mayoría de las veces, estos reajustes, terminan fracasando e incluso llevando a los países a grandes crisis. Pues se tratan, en su mayoría, de candidatos que no tienen experiencia gobernando, ni cuentan con los conocimientos suficientes para dirigir la economía de un país,ni de relacionarse con otros mandatarios a nivel mundial, limitando así, los alcances al mercado internacional.
La realidad, es que se trata de un poco de todo; cambiar “el sistema” no garantiza la estabilidad económica, ni la seguridad social o la justicia para todos. Es ilusorio creer que existirá pronto, una sociedad en donde cada uno de los estratos sociales se encuentre conformes. Es un proceso que, si bien es cierto es necesario, requerirá de una transformación paulatinamente.
México no es la excepción a acciones democráticas que impulsen el cambio. Ahora que se encuentra el país más vulnerable por encontrar a su gente llena de miedo, de impotencia; donde cada año aumenta la violencia, la inseguridad; donde las autoridades parecen incompetentes al no ser partícipes de las investigaciones correspondientes; donde la corrupcióna generado daños irreversibles tanto en lo pecuniario, como en la salud pública; donde los impuestos suben y salario no rinde; donde el hambre pesa.
La decepción en el desempeño de cada mandatario, genera una frustración tan desesperada en los civiles, que emitirán sufragios poco reflexionados. Y evitarán tomar conciencia de los frutos del voto. Es aquí donde la democracia sustantiva desaparece, se pierden el objetivo primordial de la democracia: el bien común. Un voto no meditado, traerá como consecuencia la elección de promesas de campaña irrealizables, que resultaran ser el gancho usado para percibir votos.
Resultaremos engañados, y ultrajados por seguir un impulso, derivado de la desesperación. Pese a las referencias internacionales, donde otros Estados han querido una restructuración al sistema, cansados de los mismos entes de poder. En México, el voto, que si bien es cierto es universal y tiene el mismo valor en cada persona que lo emite. Es también un voto que no es igualitario, es decir, existe una polaridad socioeconómica importante. El nivel de educación es pieza clave, para determinar por quién y para qué votar. No nos encontramos en el mismo nivel de condiciones para emitir un voto fundamentado, la mayoría de la población mexicana es fácilmente influenciable, por carecer de los conocimientos suficientes para determinar qué candidato es óptimo. Si con el mayor de los grados académicos, existen dudas; no podremos si quiera esperar que alguien que no cuenta con los estudios básicos, sea responsable en su eleccióna candidato por la presidencia, incluso es probable que no exista interés por acudir a emitir el sufragio.
La compra de votos, es consecuencia de esa desidia social; provocando la ineficacia de la democracia. Cuando la participación ciudadana es constante en la emisión de votos, es el ideal de la democracia procedimental, pero que estos sean cada vez más más consientes, expresando la voluntad personal del votante es el ideal de la democracia sustantiva.
En el mejor de los panoramas, si el candidato de nuestra preferencia resulta electo, la democracia no terminará ahí, es nuestro trabajo exigirle a nuestro gobernante que procure nuestra seguridad y nuestro patrimonio, según los alcances de este. Que promueva sus propuestas de campaña, que aplique las leyes y la justicia social. Y con todo aquello que le es obligado como líder nacional por bien común.