Agua que se va

Mirador 21

 

Decía un ex gobernador: “Valoran el agua quienes no la tienen” y tiene mucha razón. Uno de los principales derechos que toda persona debe gozar es el acceso al agua potable, lo que además constituye una de las mayores demandas en términos de servicios públicos municipales. Sin embargo, en la actualidad con esquemas de administración municipal del recurso hídrico, a través de los llamados Sistemas Operadores de Agua Potable, ha quedado claro que muchos no han tenido la capacidad administrativa y operativa para dar calidad en este servicio. Una generalidad en nuestro país es que los Sistemas operadores municipales se encuentran en quiebra técnica, porque comúnmente se han convertido en la caja chica algunos municipios, desde donde se han extraído recursos incluso para pagar campañas políticas.

De acuerdo con especialistas, como Alejandro Salazar Adams, nuestro país ha alcanzado ciertas metas importantes en cuanto al abasto y cobertura de agua potable y alcantarillado, incluso son más altas que en otros países latinoamericanos. Sin embargo, aún existen profundas diferencias entre los organismos municipales. Mientras que algunos municipios son capaces de proveer el servicio de agua potable a casi todos sus habitantes, otros se encuentran muy lejos de lograrlo, pues aún requieren conectar a grandes segmentos de la población a su red de distribución. Además de las deficiencias en cobertura, los organismos enfrentan otros problemas que dificultan la provisión adecuada de agua potable a los municipios.

Conforme las localidades crecen, el agua se vuelve relativamente más escasa y costosa, pues debe ser trasportada desde lugares más lejanos, o extraída del subsuelo, mediante sistemas de bombeo eléctrico.

La Organización de las Naciones Unidas, “estima que el 78% de los puestos de trabajo en el mundo dependen del acceso al agua”. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, cada dólar invertido en facilitar el acceso a agua potable y saneamiento genera un retorno de entre 3 y 34 dólares en función de la región y la tecnología utilizada. Sin embargo, hay problemas, pero también hay soluciones.

De acuerdo con el Banco Mundial alrededor de 2000 millones de personas en todo el mundo no tienen acceso a servicios de agua potable gestionados de manera segura, 3600 millones no cuentan con servicios de saneamiento seguros y 2300 millones carecen de instalaciones básicas para lavarse las manos. Las brechas en el acceso a fuentes de abastecimiento de agua y saneamiento, el crecimiento demográfico, el uso intensivo de agua, la mayor variabilidad de las precipitaciones y la contaminación son factores que se conjugan en muchos lugares transformando al agua en uno de los principales riesgos para el progreso económico, la erradicación de la pobreza y el desarrollo sostenible.

Mientras que, en nuestro país según los datos de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), en el país el 88% de la población recibe agua potable y el 76 % cuenta con alcantarillado, pero aún existen más de 13 millones de mexicanos sin servicio en sus hogares y casi 30 millones sin drenaje, lo cual confirma una enorme desigualdad que persiste en nuestra nación.

Hay un dato fundamental que ha expuesto el Banco Mundial, en el que refiere que, el crecimiento económico depende en gran medida del agua. El agua es un factor vital para la producción, por lo que la reducción de sus existencias puede traducirse en una desaceleración del crecimiento económico. Las tasas de crecimiento económico de algunas regiones podrían disminuir en hasta un 6 por ciento del PIB en 2050, como consecuencia de pérdidas vinculadas con el agua en la agricultura, la salud, los ingresos y la prosperidad. Asegurar un suministro suficiente y constante de agua en un contexto de creciente escasez será esencial para alcanzar los objetivos mundiales de alivio de la pobreza.

Es importante valorar el tema del acceso y la distribución del vital líquido, pero es más importante comenzar a implementar estrategias de conservación y protección del recurso natural, porque mientras la exigencia sobre el agua es mayor, también cada vez se van reduciendo los afluentes, los bosques se están perdiendo y derivado del llamado cambio climático, las lluvias cada vez son más irregulares. Es aquí en donde se debe poner especial atención; es urgente que gobiernos de todos los niveles consideren partidas presupuestales anuales para aplicar campañas de reforestación efectivas, porque mientras más bosques perdamos, menor acceso tendremos al vital líquido. Sin agua no hay desarrollo, pero muchos ponen al desarrollo como un pretexto para acabar con lo poco que nos queda de nuestros recursos naturales.

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