Detesto los libros

Filosofemas

Hagamos una síntesis breve de diversas notas, entre ellas algunas que nos brinda Juan Becerra. Acompañémoslas con algunas ideas personales. Nos servirán para contextualizar esta reflexión.

Hace más de mil años, la Universidad de Nalanda, en la India, tenía una de las Bibliotecas más grandes del mundo. Acudían sabios y estudiantes para aprender las ideas que cientos de miles de libros, a lo largo de sus nueve pisos, ofrecían. Así fue hasta que BakhtiyarKhijli y su ejército musulmán la saquearon  e incendiaron en su intento por acabar con el Budismo. Ardió durante 3 meses por la cantidad de libros que tenía.

La Iglesia, su Inquisición, fue también culpable de estas tragedias. La Santa Inquisición, descrita por José Joaquín Fernández de Lizardi 21/06/1827 (+) como un “Tribunal Odioso en sus principios, criminal en sus procedimientos y aborrecible en sus fines (…) Un Tribunal que siempre fue injusto, ilegal, inútil en la Iglesia y pernicioso en las sociedades”. Cualquier libro que no contuviera la ideología proveniente de El Vaticano terminaría en la hoguera junto con su propietario.

El 6 de abril de 1933, la Oficina de Prensa y Propaganda de los Estudiantes(!) Nazis anunció, a iniciativa de Joseph Goebbels, ministro de Instrucción Pública del Tercer Reich, una “¡acción contra el espíritu no alemán y la corrupción moral!”.  Un mes después, el 10 de mayo, culminó con la quemazón de más de 25 mil libros considerados “no arios”. Participaron 50 mil civiles, muchos de ellos estudiantes, que al son de bandas de música nacionalista alemana atendieron el mensaje de Goebbels: “defender la decencia, la moralidad de la familia y el Estado”.  Ardieron obras de Sigmund Freud, Ernest Hemingway, Albert Einstein, Bertolt Brecht, Stefan Zweig entre muchos más. Había que reducir a cenizas la ideología que estorbaba a los ideales nazis.

En Chile, en días inmediatos al Golpe militar y al asesinato del Presidente Allende, los militares hicieron pilas de libros que quemaron en la plaza pública. En España, Millán Astray, militar franquista, se volvió infame.

En la Universidad de Salamanca, el Rector Miguel de Unamuno, le dijo: Éste es el templo de la Inteligencia y yo soy su sacerdote. Ante ello, áspera y brutalmente, el soldado exclamó:¡Muera la Inteligencia!

En León, Gto.,2009, la regidora del Ayuntamiento quemó libros de primaria en protesta porque trataban temas de sexualidad. Dijo que esos libros promovían que sus hijos hicieran el amor y ella quería que lo hicieran hasta que se casaran. Avivó la flama y soplándose con un abanico gritaba: ¡Huelen muy mal, huelen muy mal!

Ya hemos dicho que los Señores Obispos de Morelia y Aguascalientes, así como el Cardenal de Guadalajara alarmaron a la feligresía con el sambenito de que los libros tienen ideología política marxista y comunista.

Saben que con esos adjetivos escandalizan a un pueblo desinformado. Todavía más. El ínclito Donald Trump en su defensa ante los procesos que se le siguen por muchas causas, ha repetido hasta el cansancio que todo es parte de un complot antiestadunidense en su contra alertando que con ello el “comunismo” ha llegado a estas tierras y que su país ahora es una “dictadura marxista de tercer mundo”.

Vean nomás. El problema es que hay quien le crea. Aquí en México, la Jueza Yadira amenazó con cárcel a quien no obedeciera su “mandato judicial” de detener la distribución de los libros. ¡Qué interesante declaración!

La Edad Mediaen pleno S. XXI…

En Guatemala la candidata derechista dijo días antes de la elección: “Hoy más que nunca Guatemala está en peligro”. Y agregó: Arévalo disolverá el Ejército, legalizará el matrimonio entre personas del mismo sexo y expropiará la propiedad privada.

Mentira tras mentira, tal y como acostumbra la Derecha. Finalizó con un rotundo: “No queremos Comunismo”.  ¿Les suena parecido?

A propósito, tengo algunos libros: de Literatura Hispanoamericana y Universal, de Filosofía (Ética, Ontología, Estética…) y Ciencias Sociales, es decir, Historia, Antropología, Sociología. Algunas obras de carácter psicoanalítico sumamente interesantes. Por supuesto de Economía Política. ¿De Marx y Engels? También. ¿De Lenin? Claro. Me gustaría repartirlos en alguna Feria y si es de Libros, mejor. Pero ya me estoy arrepintiendo. Imaginémonos que alguien me pregunte: - ¿Por qué te metieron al bote? Por regalar libros.

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