El principio del fin

Dominó social

El pasado 5 de mayo, en voz del Dr.TedrosAdhanom, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se hizo el anuncio internacional de lo que muchos hemos llamado “el final del COVID-19”, y aunque dicho anuncio hace referencia solo a la finalización del momento más álgido de dicha enfermedad por el aparente control que se ha logrado en la cadena de contagios y decesos a nivel internacional; la realidad es que con dicho anuncio se pone al descubierto la otra cara de la moneda de una crisis en la que muchos países (incluido México) se encuentran.

Y es que, para nadie es un secreto que en nuestro país a la par del COVID-19 comenzamos a librar una enorme crisis en materia de salud, por el desabasto de medicamentos, falta de infraestructura y desvalorización del ejercicio profesional de la medicina que desde 2018 se vive en nuestro país.

Y cabe recalcar, que esto no es una afirmación de los “opositores” como el presidente mismo se ha empeñado en nombrar a los cientos de ciudadanos que forman parte de las organizaciones civiles que se dedican a denunciar el desabasto de medicamentos. Por poner un ejemplo claro, el pasado mes de abril el propio Zoé Robledo admitió desde el pulpito matutino del palacio nacional, que actualmente tan solo en el Instituto Mexicano del Seguro Social aproximadamente 11.2 millones de recetas emitidas por dicha institución no fueron surtidas en su totalidad. Y aunque intentaron suavizar la cifra dándolo como un porcentaje del 5%, la realidad es que ese poco más de 11 millones tendríamos que multiplicarlo al menos por 5, que son el número de sistemas de salud pública principales de nuestro país (IMSS, ISSSTE, Pemex, Sedena y Semar).

Esto es solo por poner la perspectiva una de las capas más superficiales de la flaqueza de nuestro sistema de salud; harían falta planas completas para poder desmenuzar la realidad que viven médicos, enfermeras, pacientes y familiares.

Pero de nada nos serviría seguir nombrando lo que es ya un secreto a voces, si desde el gobierno se sigue encabezando una lucha aguerrida por culpar al pasado de lo que se vive en el presente.

Estoy convencida, de que como ciudadanos preferimos totalmente acceder a medicamentos de cuadro básico o servicios de salud de mayor calidad, que llenar el zócalo capitalino con artistas del momento.

Si bien, la preocupación por el alza de COVID-19 ya no será una prioridad para los distintos niveles de gobierno, lo que si deberá ser desde ya una preocupación es atender esta flaqueza que ha dejado al descubierto dicha pandemia. Urge que las autoridades comiencen a trabajar en estrategias que reduzcan las otros crisis, solo así podremos empezar a hablar del fin de la emergencia.

*IR