La severidad, la creatividad y la improvisación en la educación

La misión docente

En la noble tarea de educar, no bastan los conocimientos; se requiere de imaginación, de creatividad e incluso de improvisación; para romper los barrotes de nuestros rutinarios condicionamientos.

Mi paso por las aulas, me permitió conocer diversidad de estilos de enseñanza; quiero dejar claro que la mayoría de mis colegas docentes; intentan y se esfuerzan siempre, en alentar y sacar de la barranca, a sus estudiantes.

Vienen hoy a mi memoria; un par de compañeros, de características un tanto contradictorias; intentaré simplificar lo que ahora es sólo historia:

El primero de ellos, mostraba siempre una actitud rígida y un tanto autoritaria; adusto, serio, inabordable y poco amable; ocultaba sus sentimientos mientras desarrollaba su tarea diaria.

Compartía información clara y precisa; de las muchas fuentes y libros que consultaba por las noches de manera habitual y sin prisas.

Le llenaba de orgullo escuchar en ocasiones conceptos y definiciones; de quienes con disciplina atendían sus lecciones; consideraba que memorizar y repetir la información, era la finalidad de la educación.

Por supuesto que el Maestro, era exigente consigo mismo; entregaba su planeación y los resultados de su evaluación con puntualidad; sin duda tenía en alto aprecio el sentido y valor de la responsabilidad.

Dominaba la ciencia con habilidad; le faltó despertar conciencia y compartir un poco más de felicidad.

El otro compañero poseía como singularidad; un carácter entusiasta y festivo; sin que aquello le impidiera visualizar a sus alumnos y su entorno, con sensibilidad y profundidad.

Estaba convencido y se presentaba cada día; con renovados deseos de aprender más que de enseñarles a sus inquietos alumnos; a quienes desafiaba y retaba con ingeniosa y amorosa alegría.

Se respiraba un ambiente de respeto, fraternidady dinámica interacción; algunas veces se alentaba la improvisación; el interés en el estudio no decaía e incluso había libertad de motivar con aplausos, a quienes por los yerros involuntarios no se reían.

El compañero no era tan meticuloso en la entrega de sus planeaciones y evaluaciones; pero siempre estaba atento al estado anímico de sus alumnos y al progreso de sus diarias acciones.

Era un promotor nato del proceso evolutivo; convencido que la creatividad y el autodescubrimiento de saberes, eran fuentes infinitas que a sus alumnos los mantenían despiertos y cautivos.

No tenemos alternativa, debemos seguir apoyando a nuestros estudiantes; para que más temprano que tarde, puedan por ellos mismos, trascender sus ambientes ingratos, injustos e indignantes.

Cada experiencia y el testimonio de muchas existencias nos confirman que se dignifica nuestra educativa labor; cuando la realizamos con vocación y con amor.

Es con el amoroso acompañamiento cuando se alienta el conocimiento; es cuando asumimos la responsabilidad de timonear el barco pese al oleaje del mar embravecido; la mejor manera de motivar y despertar en nuestros alumnos, sus múltiples talentos dormidos.

Que nos quede claro a todos los educadores; los políticos pueden mentir y robar, pero nosotros no podemos darnos el lujo de ser simuladores.

Nuestro proyecto es de la mayor trascendencia; acompañar, orientar e infundir confianza con nuestra presencia; a quienes tienen el derecho de disfrutar a plenitud de sus existencias.

Lo que nunca debe hacer un consciente y sabio educador; es cometer el más trágico error: pretender tomar sobre sí mismo, el dolor de sus alumnos y transformarseen el sufrido redentor.

La pedagogía es sinónimo de alegría; y la educación, de liberación.

*IR