Si algo nos deja en claro las más recientes y multitudinarias movilizaciones sociales realizadas en la capital del país en los días recientes, es que la cultura de la política mexicana no ha cambiado ni un ápice desde el siglo pasado.
Y es que, al estilo de siempre, sin variantes y más bien ensalzando lo que la vieja cultura del régimen priista dejó para la posteridad, las movilizaciones de las masas, que la oposición convocó primero en apoyo al INE y contra la reforma electoral, hace un par de semanas, y la que el domingo pasado organizó el gobierno del presidente López Obrador, se ejecutaron a la vieja usanza: a través del acarreo, la coacción y el gasto exorbitante en recursos privados y públicos.
Así, la eterna lucha del régimen un turno y el de la oposición sólo ha cambiado de actores. Ayer, los que fueron gobierno y hoy son oposición, movilizaban a las masas a través de la manipulación, e incluso no vacilaron en utilizar programas y recursos que como dádivas se emplearon para mantener cautivos a los grupos sociales más marginados. En el peor de los casos, la coacción en las movilizaciones sociales se hizo patente a través de la burocracia, de los sindicatos y otras organizaciones sociales.
Hoy los que son gobierno y ayer fueron oposición, son las que exacerban a las masas, las que son cautivas y controladas a través de las becas, las pensiones y los programas con los que se les entregan recursos; al tiempo que la clase media, la que también ya abandonó por conveniencia política y social el corporativismo a través de las diversas organizaciones populares y sindicales de los viejos partidos del PRI, PAN y PRD, es forzada a adherirse al gobierno en turno para blindar su existen.
También, ayer como hoy, el viejo discurso oficial del rechazo a lo que es evidente e imposible de ocultar, es decir a esas formas grotescas de movilizar y arengar a la muchedumbre para reverenciar el paso casi monárquico del presidente, por calles y avenidas, para rematar una letanía de logros, autoelogios y vanaglorias, en un zócalo repleto, se asemeja más al viejo circo romano que sin duda es el punto de partida de la cultura de hacer política de masas. Ese discurso ayer del PRI, es idéntico al de hoy con la 4T.
Hoy los que desde la oposición argumentan una defensa a ultranza de la democracia y se movilizan en nombre de ella, son los que ayer siempre condicionaron la participación y la inclusión de los más amplios y diversos grupos sociales del país, o bien cancelaron todas sus posibilidades; son los que empobrecieron a las masas para usarlas en su propia legitimación desde el gobierno a través del voto.
Hoy, los que ayer fueron oposición también utilizaron a las masas y las enamoraron con el discurso de su empoderamiento, con la promesa de ser partícipes de la riqueza y del poder público, y les creyeron y votaron en masa, sin embargo, sus grandes rezagos y su marginación es la misma y, si acaso, reciben hoy dádivas para subsistir, pero con las mismas expectativas de siempre, las que nunca han podido alcanzar, es decir, mejorar su nivel de vida, tener acceso a la justicia y, sobre todo, vivir en paz.
Así es que no serán iguales, pero son lo mismo, porque el sistema es el mismo, porque son los mismos actores, algunos en los mismos partidos políticos de siempre o en los nuevos; porque no han hecho un esfuerzo por cambiar ni propician el cambio de ideas y el rompimiento de paradigmas, porque en esencia sigue prevaleciendo la misma cultura política de siempre y eso queda claro con los escenarios recientes y los que avistamos en el futuro inmediato. Me dueles México, hoy tan lejos de nuevos horizontes políticos y tan cerca del futbol y de una selección, también fiel reflejo de la idiosincrasia social y política de mi país, veremos…
*IR