La unidad en torno del bienestar

Vuelta a la izquierda

La división en el estado es un tema que lastima a la sociedad, es un tema que no permite avanzar en la tarea principal que permita resarcir los rezagos. Al día de hoy el poder ejecutivo esta confrontado con el poder legislativo y su relación con el poder judicial no es la mejor. Al mismo tiempo la relación del legislativo con el judicial es fría y distante. Los ayuntamientos son chantajeados para que estos se postren a la voluntad del ejecutivo o de lo contrario los apoyos económicos nunca llegan u aquellos ayuntamientos que no se someten ven mermadas sus posibilidades de ser atendidos por quien debiera estar preocupado y garantizar el desarrollo armónico de la sociedad morelense.

Al ser la división una constante y al parecer, una necesidad del encargado de hacer que las cosas funcionen en el estado, se cancela la posibilidad de generar una política de coordinación que permita enfrentar los problemas desde una perspectiva de unidad y fortalecer el tejido social desde las propias acciones de gobierno. Este hecho provoca que los problemas se agiganten y quienes se benefician de la ingobernabilidad sean principalmente grupos del crimen organizado, pero también aquellos que pretenden enriquecerse de manera ilegal e ilegítima aprovechando ese divisionismo que augura falta de justicia e impunidad.

Los crímenes que se cometen en el estado quedan en la impunidad, nunca son esclarecidos desde su origen y entonces los autores intelectuales de los mismos, rara vez son llevados ante un juzgador. Eso ocurre con crímenes políticos, pero también con feminicidios o hasta el robo de autos. Cuántas veces hemos escuchado una anécdota en donde se comenta que es más fácil que el jefe de plaza este enterado de quien roba un automóvil o roba una casa habitación y ejerza presión para que se regrese el bien sustraído que la propia autoridad que es la responsable de garantizar que se haga justicia e incluso se detenga a quien comete un ilícito. Historias que dejan entrever el grado de descomposición que existe en las instituciones encargadas de mantener el orden en todos los ámbitos del gobierno.

La política de confrontar al de enfrente y acrecentar las diferencias en lugar de buscar el acercamiento que permita que el quehacer político sobresalga, no funciona para generar un desarrollo armónico en una sociedad. La división entre los poderes del estado provoca incertidumbre, poca posibilidad de desarrollo y que las situaciones negativas para el fin se consoliden. Nadie que se jacte de tener un poco de inteligencia le puede apostar a la división y al sometimiento de un poder sobre otro porque la línea es muy delgada y el riesgo de ingobernabilidad es latente. Lo curioso es que esa ingobernabilidad no es provocada por los opositores a quien gobierna sino por el mismo responsable de las riendas de que la sociedad camine por un buen sendero.

Estamos en tiempos que ameritan unidad, pero la unidad debe ser en torno a intereses mutuos y bien cimentados. Esta unidad necesaria para que el estado de un giro que permita cambiar el estado las cosas, no lo puede generar quien hoy está al frente de la administración porque el desgaste ya es irreversible, quien tiene que comenzar a trabajar en torno de una unidad que permita dirigir intereses en una sola dirección debe ser alguien que sienta arraigo por su estado, por su gente, por su tierra. No será posible que esto ocurra con quienes solo tienen intereses personales y anteponen los mismos ante el interés general, quienes tienen ambiciones que van más allá de mantener una vida sin privilegios y pretenden servirse de los demás. De aquellos que piensan que el quehacer político consiste en engañar diciendo una cosa y haciendo lo contrario. Quienes están un rato en un partido y después se cambian para satisfacer su ambición. Quienes afirman ser parte del proceso de transformación, pero en los hechos han demostrado ser ambiciosos vulgares que solo buscan dinero a partir de manipular y hacer negocios al amparo del poder.

Por eso hoy más que nunca es importante que una morelense dirija los destinos del estado, que tenga vocación y convicción de servir para mejorar las condiciones de vida de los morelenses. Que sume voluntades más allá de los partidos políticos que tanto daño le han hecho al estado. Que convoque a todos los ciudadanos que quieran cambiar el desastre por un nuevo florecer, necesitamos regresar a la primavera después del duro invierno. Por lo que es necesario organizarse en torno a quien convoque a esa preciada y necesaria unidad para el bien de todos, por eso hay que estar atentos y hacer eco de lo que Morelos necesita.

*IR