Todo docente debe formar ciudadanos cultos y conscientes

La misión docente

Dentro del Programa Nacional alternativo de Educación y cultura, (PANAEC); el Movimiento Magisterial de Bases de Morelos, junto con los referentes nacionales, hemos presentado diversas aportaciones a la Secretaría de Educación Pública, para implementarse en la Nueva Escuela Mexicana, ésta es una de ellas.

A partir de juicios valorativo-predictivos en el terreno educativo-pedagógico podemos tomar decisiones a nivel programático con mayor claridad. Desde la postura humanista, de pensamiento crítico, de democracia participativa, de justicia social, de soberanía nacional y popular, y de educación liberadora, es posible edificar un programa de la educación necesaria para los mexicanos.

Al analizar el contexto de crisis estructurales en que quedó nuestro país por más de tres décadas de neoliberalismo: se puede observar crítica precariedad en las condiciones de vida y de trabajo de millones de mexicanos; pobreza alimentaria (desnutrición), cultural (analfabetismo-fanatismos), discriminación; desigualdad de género; desesperanza. Aunque el actual gobierno hace tremendos esfuerzos por superar las crisis estructurales en marcha, no es sencillo superarlas, se requiere información veraz, nuevos accesos a la cultura, a las ciencias, educación integral y científica y una sociedad educada, organizada y consciente, dispuesta a tomar en sus manos el cambio.

Entendido lo anterior podemos asumir que en México es indispensable una educación integral, humanista y científica que coadyuve a la formación de Seres humanos universales, latinoamericanistas, identitarios de su mexicanidad y de las redes comunitarias que constituyen la República. Un programa de tales características y propósitos no puede estar ajeno a juicios fundamentales, que sustenten los procesos donde conocimiento, pensamiento, compromiso, emoción y ética, se funden para acercarse a la verdad y normen la acción humana de los mexicanos.

A consideración del lector, va la aportación sobre el Juicio Intelectivo, el que puntualiza sobre la falsedad o verdad, para llegar al conocimiento verdadero, se reconoce que existe una realidad fuera de nuestros sentidos y que nos lleva al conocimiento de las causas de los fenómenos. Su método es el materialismo dialéctico, es decir la predicción científica que implica la abstracción, generalización, deducción y demostración de los hechos objetivos, que permite proyectar el futuro. Que nos permite escalar del pensamiento sensorial, al abstracto, al lógico, al predictivo y al transformador. Al establecer continuamente estimaciones del estado que guarda el conocimiento mismo, realizamos valoraciones históricas y científicas para la interpretación y transformación del mismo.

Con éste se trasciende el pensamiento basado en las sensaciones hacia el nivel superior del pensamiento que permite discernir y distinguir todos los escenarios posibles que conllevan no sólo a la interpretación sino a la transformación.

Apunta al pleno desarrollo de la inteligencia humana. Si el Genoma humano demuestra que no hay razas superiores o inferiores, entonces hay que edificar con tenacidad y perseverancia un sistema educativo, cuyos componentes busquen el mayor despliegue de la inteligencia humana. Si bien es importante un programa contextualizado que parte de la comunidad, su acción y su conocimiento cotidiano, también es indispensable se articule con contenidos básicos e invariantes disciplinares que en el aula, la escuela y la comunidad, se van construyendo como objetos de conocimiento concretos, el análisis de la realidad concreta se da al momento en que las personas se constituyen como sujetos cognoscentes (interesados en conocer), dispuestos a validar el objeto de estudio y a posicionarse ante él; con voluntad y apertura para acceder a otras explicaciones válidas o científicas sobre los fenómenos y a acudir a la causalidad o esencia de la cosa.

Formar personas reflexivas, analíticas, críticas y cultas, es la ruta para la formación de la intelectualidad humana. La facultad humana de ponerle nombre a las cosas, de reconocer su significado, los amplios procesos que representan así como la apropiación plena de la Lengua Nacional, si bien se constituye en la interacción social, es claro que la escuela debe ayudar a un desarrollo lingüístico  integral, garantizando la lectura de la realidad política, económica, ideológica y cultural, que permite la comprensión del contexto y desarrolla en el sujeto histórico social una visión transformadora; a articular el lenguaje oral y escrito hacia el desarrollo de un pensamiento y una personalidad transformadora en docentes y alumnos.

Un desarrollo lingüístico que al leer el mundo con un amplio acervo vocabular  nos haga más humanos,  para desarrollar el pensamiento y las funciones psíquicas superiores, como dominio pleno de los signos y de los sistemas lingüísticos;  para una lectura crítica de la realidad natural y social, en su esencia, es decir en sus concatenaciones, supeditaciones, contradicciones, tendencias y nuevas determinaciones;  para construir encuentro-comunicación con el otro, con los otros, con nos-otros, y con la historia-trayectoria social comunitaria-planetaria; para verbalizar nuestro proyecto de nación, para hacerlo  discurso social, síntesis del desarrollo histórico cultural de los pueblos; para asumir nuestra postura en el conflicto entre desarrollos culturales dominantes y en resistencia;  como ejercicio retrospectivo de recuperación de los sentidos culturales de los pueblos, como conocimiento de la constitución de las lenguas e idiomas en ciertas condiciones de desarrollo económico, político de los pueblos; como reapropiación plena de los troncos lingüísticos que le dan forma y cuerpo al español mexicano, es decir como conocimiento de las lenguas madre de nuestro México (Nahuateca, Maya, Tenec, etc.) y de las lenguas madre del Español Europeo, impuesto en la conquista y la castellanización.

Hacia nuevas convencionalidades lingüísticas donde las lenguas originarias aportan, enriquecen y se continúan desarrollando asegurando a sus pueblos el derecho de decidir su futuro; como pleno dominio de la palabra; como acto de liberación ideológica, para un ejercicio completo de la libertad de expresión, de manifestación de la resistencia, de la indignación y de la oposición; como recuperación del derecho a disentir.

Para ejercer realmente el derecho a un pleno desarrollo intelectivo es obligado el más amplio desarrollo cultural. Si bien la educación popular, integral y científica, debe prestar atención al sentido común y centros de interés de trabajadores y pueblos, también es claro que en esos saberes previos debemos distinguir las influencias alienantes del régimen, los sesgos analfabetizantes, los perfiles culturales y los sentidos predictivos-transformadores. Se trata de atender al estado de la consciencia personal y colectiva de las comunidades, pueblos y ciudadanos, para estructurar los sujetos colectivos locales de la educación popular integral y científica.

Sin duda hay mucho por hacer, en nuestro pedagógico quehacer.

*IR