Más allá de lo verde: la necesaria “agenda gris” para detener la destrucción ambiental del estado de Morelos

Opinion

Durante el mes de septiembre la memoria histórica que nos da identidad como mexicanos es algo que predomina en las calles de cada una de las entidades federativas del país. En el estado de Morelos no es la excepción. Los colores patrios adornan las calles y el orgullo por lo nacional se presenta a flor de piel.

Sin embargo, la festiva celebración de “lo mexicano” contrasta con la degradación de las condiciones ambientales que ha producido la larga noche del neoliberalismo en cada uno de los municipios morelenses; principalmente en aquellos territorios donde se han instalado las grandes unidades habitaciones y los diversos parques industriales y empresas que llevan a cabo una sobreexplotación de los recursos naturales pero, sobre todo, que han impulsado la emisión de un alud de residuos sólidos y de sustancias contaminantes de alta toxicidad.

Así, en el marco de la conmemoración de la Independencia de México, se puede observar cómo existen aún espacios de un “colonialismo ambiental” en el que las empresas privadas -principalmente de corte transnacional subordinan y expolian la riqueza del estado de Morelos como un medio para producir ganancias y ganancias extraordinarias.

En este sentido, se pueden identificar una diversidad de privilegios fiscales y legales que a lo largo de los años han vuelto al estado de Morelos un paraíso para que las empresas privadas acudan a explotar tanto a la fuerza de trabajo como a los recursos naturales de la entidad.

La desregulación laboral y ambiental que ha caracterizado al estado de Morelos durante las últimas tres décadas, por decir lo menos, se complejizan con una ingeniería de conflicto para crear una violencia exacerbada y la correlativa ruptura de los espacios comunitarios de organización social. Todo ello ha impedido que en la entidad se cuente con una base popular lo suficientemente organizada -fuera de las propuestas partidistas o fuera de un izquierdismo ambiental de corte neozapatista que haga frente al infierno socioambiental que hoy se viven en la entidad.

A consecuencia de lo anterior, son varios los municipios del estado de Morelos, como muchos otros lugares de México, que diariamente tienen que lidiar con una crisis ambiental, climática e hídrica nunca antes vista. Esta novedad histórica ha sido entendida por la mayor parte de académicos como una simple consecuencia del cambio climático o de una falta de compromiso institucional por acatar las recomendaciones internacionales para alcanzar cada uno de los Objetivos del Desarrollo Sostenible.

Aunque estos son puntos en los que normalmente se piensa cuando se alude a la destrucción ambiental del estado de Morelos, se debe salir de los planteamientos de la llamada “agenda verde” y avanzar hacia la actualización de la normatividad mexicana que regulan la descarga de contaminantes tanto al aire, suelo y agua. Esta nueva “agenda gris” ha de romper el silencio que al respecto ha guardado la Secretaría de Desarrollo Sustentable del estado de Morelos, la Comisión Estatal de Agua y la Comisión para la Protección Contra Riesgos Sanitarios del Estado de Morelos. Pues hasta el momento no existen datos duros oficiales acerca del desastre ambiental relacionado con la presencia de agentes tóxicos de alta peligrosidad que se encuentran presenten, por ejemplo, en los ríos y barrancas del estado de Morelos, en cuyas aguas se encuentran importantes cantidades de microplásticos, metales pesados, medicamentos, disruptores hormonales, dioxinas y furanos, agrotoxinas, etcétera.

En este sentido, municipios como Cuernavaca, Jiutepec, Zacatepec, Yecapixtla, Cuautla o Yautepec han visto caracterizado su desarrollo territorial por la presencia de parques industriales, y complejos urbanos que se promueven sin el menor atisbo de regulación o cumplimiento de la NOM-001 de la Semarnat; al tiempo que son muestra clara del predominio de una corrupción empresarial e institucional que se articula con el crimen organizado y la destrucción de la organización comunitaria de la población. Todo ello al amparo de un marco legal, normativo y jurídico que protege los intereses económicos y políticos que lucran o se benefician al capitalizar las afectaciones ambientales relacionadas con problemas de contaminación cada vez más difíciles de ocultar dadas las implicaciones sanitarias que va produciendo al ser un factor que produce y agudiza la aparición de enfermedades crónico degenerativas en la población morelense..

Por todo lo anterior, y en el marco de las fiestas patrias, es importante que la sociedad en su conjunto establezca un claro frente de lucha por la nación frente a la globalización neoliberal, discursos ambientalistas de corte liberal incluidos. Se requiere que tanto desde el Estado como desde las comunidades, se comiencen a discutir con claridad y transparencia el riesgo ambiental en el que se encuentra el estado de Morelos.

Las autoridades en la materia, deben de romper con el dolo, omisión y burocracia con la que hasta el momento se ha asumido la definición de una “agenda gris” para el cuidado y protección del ambiente en la que se regulen las descargas de contaminantes al ambiente. En este diálogo, los tomadores de decisiones dentro del Gobierno del estado de Morelos tienen que escuchar tanto a las comunidades, así como a los científicos y medios de comunicación comprometidos con la justicia socioambiental para poder avanzar hacia un verdadero horizonte de desarrollo ecológico y de florecimiento humano.

*IR