Las cifras de cierre para 2021, muestran que la informalidad es ya el principal motor económico de México, según lo reportado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), según lo publicado hace unos días por la dependencia, en su Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).
Si consideramos que la población total de México anda en cifras de alrededor de los 126 millones de habitantes, significa que el 45.55 por ciento de la población mexicana trabaja, es decir, tiene alguna actividad productiva. Es una buena noticia si se considera que una medida clásica para una economía cercana al empleo como factor de desarrollo consiste en que, al menos, el 50 por ciento de su población total lleve a cabo alguna actividad económica, es decir genere ingresos.
Pero de acuerdo con la ENOE, el 55.4 por ciento de la población ocupada lo hace en el sector informal, lo que representaría alrededor de 32 millones de mexicanos, o de forma específica a 31 millones 971 mil 800 trabajadores que están en las filas de la informalidad. Y posiblemente, si se tratara de una sociedad mejor educada financieramente, que contará con un sistema previsional mejor desarrollado e instituciones financieras con productos mejor adaptados a cualquier perfil, esto no repercutiría de forma negativa o sería menor este impacto económico.
Lo primero que podemos observar cuando una persona entra en el sector informal, es no pagar impuestos, mismos que todos sabemos que en teoría deberían ser ocupados en mejorar nuestro estado, desafortunadamente en muchos casos los ingresos apenas alcanzan para cubrir los gastos básicos del hogar y aunque no es una situación que aplique en lo general, existe quien puede generar mejores ingresos, pero no todos deciden hacer pago de impuestos y prefieren vivir además de la informalidad, en la evasión fiscal.
Otro factor que suele distinguir a las personas que trabajan en el sector informal, es que la mayoría no cuentan con seguridad social o cobertura médica privada, por lo que en alguna emergencia podrían llegar a utilizar créditos, si es que tienen acceso a ellos, o prestamos de familiares y conocidos para hacer frente a la situación que se presente; utilizarán los ahorros generados, si llegaron a hacerlo, pudiendo hacer que este llegue a estar en cero, aunque prever contratando seguridad social o un gasto médico, muy probablemente resulta menos caro, son los menos los que atienden a esta posibilidad.
Mientras que, tratándose de su retiro, la mayoría de las veces sujeto a lo que hayan logrado ahorrar, también de manera informal, ya que la inmensa mayoría de ellos no se acerca a los sistemas formales de ahorro para el retiro o toma un plan personal de retiro. Que como sea, cualquiera de los dos le podría ofrecer beneficios en comparación a hacerlo fuera del sistema formal.
Hoy la informalidad ya marca el rumbo de la economía nacional, ya no es una actividad paralela sino la preponderante, prácticamente 6 de cada 10 trabajadores mexicanos laboran en ella, lo que nos queda es poder tener un plan nacional oficial que aporte a recomponer estás cifras, plan que urge a la voz de ya y tendría que haber estado para ayer, ya que sin este, abatir este fenómeno será complicado, sino es que al menos difícil y de mucho tiempo, sólo teniendo una línea dentro de un plan nacional nos podría llegar a tomar generaciones completas.
*IR