México ha vivido crisis económica desde los años 70s. Crisis donde debido a malos manejos de la política económica nacional por falta de producción e inversiones internas, además debido al proteccionismo del mercado local, se dejó de tener ingresos extranjeros, lo que provocó un deslizamiento del dólar que no se pudo contener hasta el año 2006.
Hablando de un poco de historia, el dólar en la época de Lázaro Cárdenas tenía una tasa de cambio de 4 pesos. Su fluctuación lo hizo llegar a 12.50 pesos, en el sexenio de Adolfo Ruiz Cortines en 1958. El peso se mantuvo muy bien equilibrado en casi 20 años, porque en el sexenio de Luis Echeverría Álvarez comenzó a variar fuertemente, llegando a un máximo valor de 3410 pesos con Carlos Salinas de Gortari. Es decir, de 1970 a 1990 el dólar se elevó el 27000% o lo que es lo mismo 270 veces su valor, tan solo en 20 años. De 1990 al año 2010 aumentó su valor solo 3 veces, llegando a 12.90 pesos (recordemos que en el sexenio de Salinas se le eliminaron tres ceros a nuestro sistema monetario). Al día de hoy, a valores del siglo pasado el dólar estaría teniendo una tasa cambiaria de 20,577 pesos.
¿Por qué hago esta reseña? Para tener idea de la inflación que ha habido, ya que ésta, va de la mano con la tasa cambiaria de la moneda extranjera, sobre todo el dólar. Con esa idea se comprenderá fácilmente lo que está sucediendo ahora.
Las crisis que hemos vivido los que rebasamos los cincuenta años de edad, nos han permitido conocer la desesperación que sentían nuestros padres en los años 70s y 80s en donde de un día para otro aumentaban los costos de insumos, artículos de primera necesidad, ropa, medicamentos y servicios. Sucedió también en 1994, cuando Ernesto Zedillo Ponce de León asumió el poder ejecutivo federal en diciembre de ese año y en ese mismo mes se presentó una devaluación que provocó la crisis del año 1995 de la cual el mercado económico se recuperó unos 4 años después.
De ese año hacia adelante subo recuperación económica hasta en el mal gobierno de Enrique Peña Nieto.
Cuando asumió la presidencia Andrés Manuel López Obrador había una esperanza, por todo lo que había prometido durante sus 18 años de campaña. Pero oh realidad, no fue así. Sus políticas gubernamentales no han dado frutos, la producción nacional se vino abajo, la inflación comenzó a aumentar, gradual, lenta, pero se iba para arriba y que llega su peor enemigo de este sexenio; la pandemia, la cual ha castigado en todos los rubros a todos los países. Algunos con medidas acertadas en su ámbito local, lograron paliar las vicisitudes, otros como nuestro país no tomaron medidas emergentes ni económicas, ni en la salud, ni en la educación.
Con este panorama se comienza a vivir la crisis económica, que la están sufriendo las clases bajas que aún con el apoyo económico del gobierno en sus programas sociales, no es suficiente para hacerle frente. La inflación tiene presión del mercado internacional, pero en el mercado nacional también no hay facilidad para soportarla. El sistema financiero bancario no tiene la posibilidad de disminuir el valor de sus servicios. El Banco Central poco podrá hacer sin las reservas internacionales. La calificación de confianza crediticia a nivel internacional no se ha recuperado debido a la falta de políticas que cimienten la confianza de los inversionistas extranjeros. Es decir, así como recibimos el impacto de la pandemia en México, de golpe de frente, así estamos recibiendo el impacto de la crisis económica. Ni los acuerdos entre productores y el gobierno, ni las inversiones en tres grandes obras del sexenio, ni los viajes del presidente a Estado Unidos provocará que el impacto de la crisis nos pegue a los mexicanos.
*IR