Es normal que, como cada año, inicie en México la temporada de lluvias, la cual de la mano de la de huracanes trae consigo precipitaciones pluviales que llaman a actuar de manera preventiva para evitar contingencias y situaciones que pongan en peligro a la sociedad.
De acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) se esperan entre 30 y 40 huracanes en esta temporada. En este sentido, se estima que en el Océano Pacífico se formen alrededor de 14 a 19 ciclones, mientras que en el Atlántico se esperan de 16 a 21 fenómenos climáticos de este tipo.
En este sentido es que Protección Civil,a nivel federal, ha vaticinado que los meses de agosto y septiembre serán los de mayor lluvia, por lo que Agatha, Blas y Celia sólo han sido los primeros huracanes de la temporada 2022.
Sin embargo, a diferencia de otros años, la situación se complica dado el peligro que representan para la sociedad fenómenos que se podrían presentar de manera adyacente.
Al respecto, los meteorólogos especializados aseguran que dentro de este mismo año habrá una mayor actividad de lluvias en comparación con los demás años, por lo que será necesario poner mayor atención a las poblaciones que se puedan ver afectadas.
Hay que considerar que la manera de llover está cambiando y con ello los riesgos a los que están expuestas las personas y las comunidades. Se estima que durante este 2022 habrá hasta un 50% más de actividad fluvial.
Una investigación dirigida por la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia (UNSW) examinó los efectos que el cambio climático tendrá en el desarrollo de tormentas con granizo, y cómo estas varían notablemente según la región.
Los investigadores señalan que la gravedad en cuanto a la peligrosidad del granizo puede aumentar en la mayoría de las regiones del mundo.
Este estudio, publicado en NatureReviewsEarth&Environment, muestra un resumen global de las tendencias del granizo con observaciones pasadas y las tendencias futuras proyectadas en modelos con varias simulaciones.
Es así que se determinó que factores que cambiarían con un clima más cálido y que afectan al granizo, como una atmósfera inestable, la cantidad de granizo que se derrite y la cizalladura del viento, darían lugar a tormentas de granizo probablemente menos frecuentes, pero más intensas.
Si bien, algunas consecuencias esperadas dentro de esta temporada son las rachas de viento, deslaves, brotes de dengue, deslaves, crecidas de ríos y arroyos, entre otras, uno de los efectos más graves es que puede haber inundaciones, mismas que son resultado del incremento del nivel del agua en superficies donde usualmente no la hay.
Es por ello que desafortunadamente, en nuestro país, durante cada temporada de lluvias tenemos conocimiento de historias lamentables de deslaves, comunidades incomunicadas, casas que se inundan, cosechas e incluso vidas que se pierden.
Aunado a ello, la pandemia aún no termina por lo que no debemos dejar de trabajar juntos, sociedad y gobierno, en las labores preventivas, como son rutas de evacuación, preparación de albergues, implementación de protocolos de higiene y sana distancia, con el fin de proporcionar refugio seguro y atención integral a las familias más vulnerables.
Pero más allá de ello, debemos en apostarnos como sociedad en mitigar la contaminación y, por supuesto, el cambio climático. No sólo se trata de no tirar basura en la calle para evitar que se tape el drenaje, sino de un cambio integral de hábitos que nos lleve a bajar la producción de basura y por supuesto a disminuir la utilización de combustibles fósiles que tanto dañan la capa de ozono.
No debemos ver como separados los fenómenos climáticos y la contaminación, ya que el impacto ambiental del cambio climático aumenta la frecuencia y la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, así como la degradación de hábitats y la extinción de especies.
Siempre habrá en nuestras manos algo por hacer. Necesitamos urgentemente empezar hoy, mañana podría ser demasiado tarde e implicar daños irreversibles al planeta y, sin duda, a nuestra calidad de vida.
*IC