La corrupción debe terminar

Vuelta a la izquierda

La corrupción en México sigue siendo un pendiente que se ve difícil que en el corto plazo se pueda acabar. No se ve el interés de los órganos encargados de castigar a aquellos que siguen actuando desde los espacios públicos al amparo de la ley. No es un tema exclusivo de algún partido político o de una ideología específica, sino que tiene que ver con actores que a lo largo de sus trayectorias se han beneficiado y hoy, a pesar del nuevo gobierno, siguen actuando con total impunidad.

A nivel estatal y municipal la corrupción es evidente y en algunos casos hasta excesiva y descarada. Ésta es siempre fomentada por algún familiar cercano para que parezca que el titular, sea presidente o gobernador, no aparezca en escena y se comprometa, pues eso corresponde al familiar. Se recupera el ejemplo de Salinas que utilizaba a su hermano para operar negocios desde el poder y como alternativa presidencial, pero con una cercanía que no dejaba lugar a dudas sobre el cumplimiento de lo acordado por el poder. Después fue Fox con sus hijastros, Calderón con sus cuñados y cuñadas y si se apuran hasta su propia esposa y en este último eslabón está Peña que fue acompañado por su esposa y otros tantos cercanos con los que la corrupción alcanzó niveles exorbitantes (Rosario Robles, Emilio Lozoya, y varios gobernadores, de los cuales algunos están en la cárcel).

Esta red de complicidad es avalada por los gobiernos para que pueda funcionar, porque garantiza protección y acceso a grandes sumas de dinero. Sin la intervención desde el poder sería muy difícil que los negocios sean eficientes, porque desde ahí se autoriza y con un operador externo se complementa la cadena.

Para poder ir terminando con este flagelo se tendrían que aplicar sanciones a quienes se coluden para saciar su ambición, mientras la impunidad siga siendo la constante la corrupción seguirá avanzando. Hasta el día de hoy hemos sido testigos de que los órganos autónomos para atacar la corrupción no son garantes de la aplicación de sanciones ejemplares en contra de diversos actores que siguen trabajando desde afuera para enriquecerse. Los gobernadores encarcelados son casos verdaderamente escandalosos por eso fue imposible intentar protegerlos desde el poder, aun siendo amigos del presidente Peña.

Hoy la corrupción ha sido atacada desde arriba desmantelando redes de corrupción y complicidad en torno a la energía, los medicamentos en el sistema de salud pública, y otros tantos temas que antes fueron pretexto para provocar el enriquecimiento de varios actores políticos y empresarios. Aunque es cierto que sigue persistiendo la corrupción en algunas áreas del gobierno federal, es en los estados y en los municipios donde ésta es intensa porque la impunidad es la constante. Nadie puede ni debe justificar a un gobernador o presidente municipal por pensar que es electoralmente atractivo, aun cuando los señalamientos de corrupción e ineficacia sean la característica del mismo.

En Morelos hay casos emblemáticos de corrupción que no se pueden ocultar. Aquel político que cuando está intentando llegar a un espacio de poder no cuenta con recursos económicos ni para la gasolina, pero de pronto llega y cuando termina su gestión ahora es un nuevo rico con autos del año y propiedades hasta en lugares fuera del estado. Es evidente que este tipo de políticos no resistirían una auditoria a sus finanzas, es decir, que demostraran que sus ingresos son proporcionales a sus bienes.

Hay dos tipos de políticos, los que buscan el poder para saciar su ambición y hacer negocios personales y aquellos que realmente tienen vocación de servicio. Estos últimos son muy escasos porque los primeros siempre contaminan todo a su paso. En el 2024 veremos una pugna entre un gran número de aspirantes con ganas de continuar haciendo negocios y que incluso tienen ya designado a su operador más cercano que se acerca a los municipios que controla y pide espacio para hacer negocios comentando que necesitan dinero para la campaña, y pocos con el verdadero interés de ayudar y poder cambiar el rumbo del estado. La jauría de intereses ya se deja sentir porque pretenden destruir lo que se construye desde el espacio ciudadano, saben que sus jugosos negocios pueden llegar a su fin, aunque ya tienen una riqueza, que insisto no soporta una auditoria, por lo que deberían sentirse satisfechos. Pero la ambición es mucho más grande que su sentido común, ya lo veremos.

*IR