Ante un escenario climático desafiante, la huella de administraciones pasadas muestra un panorama de conflictos entre decisiones estatales y propuestas para evitar escasez de agua en las regiones y cuencas hidrológicas de Morelos.
El reto ahora será la elaboración de un Plan de Seguridad Hídrica que representaría una propuesta que permita contar con una herramienta de planificación para la gestión de las aguas que abastecen las ciudades y al campo de nuestra entidad. la medida sin duda permite prever cuestionamientos sociales y de los ambientalistas, aunado a que deberá implementarse en medio de un escenario climático desafiante.
En los últimos años, la seguridad del agua en Morelos, se ha discutido por varias razones. Desde el acelerado desazolve y pérdida de capacidad de almacenamiento de las presas de Carros-Cayehuacan, en la zona sur Oriente del Estado; la aparición de fisuras en diversas áreas del vaso del rodeo en Miacatlán, pasando por períodos de sequía que han dejado a la región en una situación crítica e incluso desde hace algunos años, el abastecimiento en los alrededores de las zonas dependientes de los acuíferos de Tepalcingo-Axochiapan y el de Cuautla-Yautepec están en constante riesgo de racionamiento.
Por ello la urgencia de este Plan, el cual puede funcionar con el desglose de áreas prioritarias, con acciones jerarquizadas según los plazos: corto, mediano y largo.
El Plan se desarrollaría en áreas prioritarias, definidas como regiones estratégicas para llevar a cabo acciones de conservación, recuperación y revitalización de los ecosistemas, que garanticen el abastecimiento de agua en cantidad y calidad. Esta estrategia tiene como premisas la convergencia de las acciones de los tres niveles de gobierno: federal, estatal y municipal, la optimización de las inversiones financieras y la toma de decisiones eficientes.
El proyecto debe ser realizado por expertos con un enfoque multidiscplinario, involucrando a todos los sectores socio económicos y la sociedad civil, mediante foros y talleres de participación ciudadana en la que serían incorporadas todas las voces.
El plan deberá contar al menos con seis productos a lo largo de su proceso de construcción. Ellos son: un plan de trabajo; estudios y encuestas de diagnóstico; identificación de áreas prioritarias para la seguridad hídrica; la elaboración de un banco de proyectos; un plan de movilización, comunicación social y educación ambiental; y un resumen ejecutivo del plan final.
La elaboración del Plan de segurídad hidríca ocurre en un momento conflictivo en relación con las medidas tomadas por gobiernos estatales anteriores, identificadas como contradictorias con el objetivo de un proyecto de seguridad hídrica.
El otorgamiento indiscriminado de licencias de construcción, la desordenada urbanización de zonas de reserva ecológica o de amortiguamiento ambiental, son citados por expertos como un riesgo para el abastecimiento de agua a la población del Estado.
Mucho de lo que será discutido en el Plan de seguridad Hidríca ya fue investigado, está disponible y necesita ser puesto en práctica . En teoría, un plan de este tipo es importante, pero necesita un enfoque amplio para pensar en promover de manera efectiva la seguridad hídrica.
Un plan de seguridad hídrica no puede desvincularse de un plan de ordenamiento territorial con un enfoque regional en el Estado, lo que implica, por ejemplo, definir de antemano cómo será la conservación del agua. No hay forma de hacer un plan de seguridad hídrica sin una evaluación estratégica del uso del suelo y la cobertura vegetal, eso es fundamental.
La preservación de los cursos de agua es fundamental para que el abastecimiento no pase por crisis. Si bien es cierto, la información es un elemento fundamental para que las personas participen en el proceso de seguridad hídrica; la concientización debe ir más allá de las medidas tradicionales para evitar el despilfarro.
Podríamos decir que el diseño institucional, presenta un panorama en el que el estado ya cuenta con instituciones municipales y locales que podrían solucionar esto con mucha naturalidad. Hay diversos estudios que incluyen de menor o mayor grado varios ejes; entre ellos, la educación ambiental, el mapeo de comunidades y el relevamiento socioeconómico, con la justificante de conocer mejor el territorio. Ello, Me parece un producto y eso es preocupante y equivoco.
La idea de mapear regiones críticas abre las dificultades de enfrentar el problema del abastecimiento en regiones del estado y posibilita la entrega de puntos específicos a la administración privada, lo que no siempre, o casi nunca, han traido beneficos sociales.
La tendencia es clara, se está construyendo una visión enteramente empresarial, generando la percepción de que el problema es enorme, caro y complejo y que cualquier gestión no cuenta con condiciones para resolver los problemas del agua. Se pretende convencer de que no hay más alternativa que poner ciertos servicios a la gestión privada, lo que parecería ser la única y muy “conveniente” opción.
Difiero de esa visión privatizadora ya que los acuíferos de la región son la vía para garantizar la seguridad hídrica. La preservación de estas reservas de agua subterránea es fundamental, incluso para la formación y recarga de los manantiales que abastecen el sistema hidrológico y los manantiales, de donde se extrae el agua para la capital y las zonas metropolitanas de Morelos.
En el corto y mediano plazo, el escenario no es alentador para la seguridad hídrica, considerando el punto de vista climático. Si el año pasado se reconoció las condiciones propias de estrés hídrico y el nivel de los embalses dejó claros los síntomas de la sequía, el pronóstico para 2022 no es muy diferente. Los fenómenos “el niño” y “la niña”, no están actuando mucho, estamos prácticamente en una situación neutral, por lo que los frentes fríos llegan con mayor facilidad.
Debido a estas bajas temperaturas durante el invierno, las lluvias se retrasan un poco. Normalmente, la segunda quincena de mayo ya tiene lluvias, pero este año esperamos lluvias regulares a partir de la segunda semana de junioy en general se esperan lluvias por debajo del promedio histórico, según señalan meteorologos.
Además, los especialistas apuntan que la primavera y el verano serán especialmente calurosos. En estas condiciones, el consumo de agua aumenta y vuelve a surgir la preocupación por el abastecimiento.
El escenario de largo plazo también presenta desafíos. Con una tendencia hacia períodos más prolongados de lluvia y sequía, tener un plan para evitar que el agua escasee fuera de los años lluviosos se vuelve aún más relevante.
El Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU que reúne alrededor de 2500 científicos a partir de artículos técnicos publicados en las mejores revistas mundiales, volvieron a plantear el tema del impacto del cambio climático, que termina generando variabilidad climática. Años seguidos pueden ser muy lluviosos, pero otros pueden ser extremadamente secos.
Es momento de tomar acciones definitivas, No podemos quedarnos en aquella campaña de: “Amanda, ¡Ciérrale!”. La gente necesita entender el proceso de llevar agua a los hogares. No saben que el agua que viene de las zonas altas del Estado y de otras entidades, necesita pasar por un tratamiento muy complicado y costoso, y que somos los ciudadanos los que debemos pagar por esos costos. Mantener limpios los cursos de agua es fundamental para que el agua no sea vista como una mercancía, sino como un bien social.