Sigue viva la tradición del Domingo de Ramos, la escena de los tejedores de palma fresca, desde hace décadas nos ofrecen una postal para nuestra memoria. Sin embargo, desde que inicio la pandemia no fue posible observarlos por las calles, plazas, zócalos e iglesias.
“Nos toca ahora a nosotros seguir la tradición, el tejer palma con nuestras manos no se hace laborioso, desde pequeños nuestros mayores nos enseñan y es una actividad que he realizado toda mi vida. Nuestros hijos y nietos deberán continuar con la tradición” expresó el artesano de palma.
La mayoría venimos del pueblo de Cuentepec, Morelos. Somos familias humildes, pero bien trabajadores. Por fin, esta temporada nos dejan mostrar la mejor herencia de nuestros mayores. Una actividad que lleva su proceso artesanal, debemos subir al cerro Coache, para cortar las hebras de las hojas de la palma, son varios kilómetros a pie, le hablo de tres horas de camino y que decir del calor que ahora se siente.
La misma madre naturaleza nos permite cortar la palma, el caballo nos ayuda a trasladarla a nuestro hogar, por lo general los hombres de la casa realizamos el corte.
En el patio de la casa, se clasifica, según su calidad y tamaño, en ocasiones llegan a cortar hasta de tres a cuatro metros; destacó, algunas se venden así lisas y la demás se tejen o trenzan.
Las mujeres nos ayudan acomodar para que se oree, se empieza a recortar y otras manos comienzan a tejer la fibra. El artesano mientras sus dedos están en movimiento, comenta para Lo de Hoy Morelos.
A partir del Viernes de Dolores, en diferentes puntos del estado encontramos familias de Cuentepec, con orgullo portan su vestimenta tradicional. Entre cruces, Cristo crucificado, estrellas, copa, corona de Jesucristo y entre otras figuras de ornamento vendieron su artesanía.
Otro año que nos tuvimos que acomodar, entre una caja de madera, unos platicos como mantel, al ras del piso estuvimos durante estos días. Tuvimos que pagar el piso para lograr el permiso de venta. No tenemos un valor como artesanos y gente humilde, solo salimos cada año, bueno los años anteriores por pandemia no pudimos salir, expresó entre gestos de enojo.
Somos portadores de estos saberes, somos parte de la cultura popular, somos familias que necesitamos vender para sobrevivir a la situación económica. No es nada fácil tejer la palma, es un material que corta como si fuera una navaja filosa.
Sus pocos utensilios son tijeras o navaja para cortar las puntas que sobran de la palma, en ocasiones las hijas elaboran unas flores de papel de diversos colores para colocar a la palma tejida, pero es opcional.
Familia de artesanos que con sus manos crean grandes obras de obra de arte, en cada pieza depende de su elaboración, puede tardar entre cinco a quince minutos. Entre 15 a 25 pesos estuvieron las palmas tejidas.
El Domingo de Ramos, nos permite recordar la entrada triunfal de Jesús Nazareno a Jerusalén, montado en un burrito; antes de su pasión, muerte y resurrección. Por tradición, las palmas acompañan la representación o procesión triunfal. Se llevan la palma a misa para bendecirla y llevarla a casa, para estar protegidos de todo mal. Se tiene la costumbre de colocar atrás de las puertas de las casas.
El sacerdote durante la misa, comenta: recordamos la leyenda que indica que la palmera se inclinó para ofrecer sus frutos a María, durante la huida con José y el Niño Jesús de Herodes, Rey de Judea.
Artesanía que da vida, color, textura y continuidad a la celebración popular que anuncia el inicio de la Semana Santa.