Después de la pandemia y con el recrudecimiento de la violencia en el país, la "felicidad" de los mexicanos ha caído en el Índice para una Vida Mejor de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, 2019), refirió Manuel González Oscoy, de la Facultad de Psicología de la UNAM.
En la videoconferencia "¿De qué depende la felicidad de los mexicanos?”, refirió que junto con las neurociencias y la medición de parámetros de desarrollo social se puede estimar el nivel de felicidad de una población, más la felicidad individual y qué la motiva siguen siendo una selección de desarrollo humano personal.
“Antes de la pandemia, de haber estado en los primeros lugares, estuvimos en 2019 en el lugar 23 y ahora estamos en un lugar más bajo”, dijo el académico.
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La razón, enfatizó se debe a la inseguridad económica y de salud, recrudecida por la pandemia: aumento de la violencia intrafamiliar y doméstica en los meses de confinamiento y, principalmente, por el repunte de la delincuencia organizada.
Refirió que, a partir de evaluaciones realizadas por el INEGI, entidades como Baja California y Baja California Sur se reportan más felices que otras del norte del territorio; por ejemplo, Sonora, Chihuahua o Coahuila, donde la inseguridad social está presente. “La delincuencia organizada disminuye mucho la percepción de la felicidad”.
El especialista añadió que este tipo de índices se generan realizando un balance entre los que respectan a la calidad de vida, trabajo, salud, educación y seguridad. Combinados con las neurociencias, añadió, es posible tener una visión más consensuada y exacta a través de la ciencia sobre la felicidad.
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El universitario recordó cómo se han realizado mediciones de la actividad cerebral de monjes budistas, que externan un sentimiento de bienestar a través de la meditación. Adicionalmente, con prácticas como ésta se genera una neuroplasticidad disminuye conexiones cerebrales antisociales, como la agresividad.
CONCEPTOS
Por su parte, Beatriz Montemayor Flores, Departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina de la UNAM, explicó que preguntarnos qué es la felicidad y darnos respuesta implica saber quiénes somos y qué nos hace felices. Ese estado depende en buena medida de la voluntad y hábitos, de encontrar el lugar donde estamos a gusto y donde debemos cumplir nuestros objetivos. “Más que un concepto que podemos definir, es una construcción que cambia con el paso de la vida”.
La universitaria afirmó: este hábito se puede desarrollar entendiendo quiénes somos, qué queremos de la vida y cuáles son nuestros proyectos. La sensación de satisfacción contribuye a la felicidad; no obstante, hemos aprendido a vivir en la sensación de recompensa inmediata que no es fácil y tampoco siempre se alcanza.
Debemos tener una existencia activa y con un propósito para que la regulación y equilibrio de neurotransmisores, como la serotonina y la dopamina, nos asegure tiempo de felicidad. Hay que rodearnos de gente que nos quiere y querer a la que tenemos cerca, participar en proyectos y alcanzar pequeños objetivos; todo ello nos ayuda a crear la costumbre de la felicidad, abundó.
González Oscoy recordó que con cada persona hay una construcción y un deseo de este estado de ánimo; a partir de la Filosofía, Psicología, Neurociencias o Antropología se busca identificar elementos comunes.
A lo largo de la historia se han visto cuatro tipos o etapas antropológicas de la felicidad: por la finalidad, cuando éramos cazadores; competitiva, al empezar a juntarnos en sociedades tribales; cooperativa, con ayuda mutua para sobrevivir y conductas altruistas; y sensual, al satisfacer los imperativos biológicos, como comer, dormir o la sexualidad. “No son excluyentes unas de otras, pero se han ido jerarquizando”.
Se trata de un súbito trance de placer que se siente cuando algo mejora, por ejemplo, pequeños detalles cotidianos como encontrar un billete tirado en la calle. “El estado permanente de la misma es ilusorio; se va transformando y muchas veces cambia hacia el bienestar”.
Para ser felices, los expertos recomendaron estar cerca de personas positivas y que nos quieren; hacer ejercicio para producir endorfinas; saber qué se quiere en la vida y establecer un plan para lograrlo.
¿Cómo ser felices?
Sin importar la edad, dijo Beatriz Georgina Montemayor, si somos niños, adolescentes o jóvenes, añadió la académica, para ser felices necesitamos hacer lo que nos gusta de manera responsable. Necesitamos un propósito; el amor y la compañía también son elementos para alcanzar ese estado, así como “estar bien con uno mismo y conocerte”.
Al respecto, Manuel González Oscoy precisó que el contacto con otros seres humanos nos hace sentir bien: con quienes desarrollamos vínculos de amistad, la pareja, etcétera. Por eso, durante la pandemia, su ausencia generó una sensación de tristeza y desazón, especialmente entre los adultos mayores.
Para ser felices, los expertos recomendaron estar cerca de personas positivas y que nos quieren; hacer ejercicio para producir endorfinas; saber qué se quiere en la vida y establecer un plan para lograrlo. Crónica
*MG